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Racismo, economía, demografía, personalidad, retórica...
17 de marzo de 2016

Diez razones por las que se vota a Donald Trump

Xavier Peytibi @xpeytibi

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El candidato en las elecciones primarias del Partido republicano, Donald Trump
El candidato en las elecciones primarias del Partido republicano, Donald Trump
Chris Keane/Reuters

En los últimos meses hay una búsqueda muy repetida en Google: “Por qué Trump”. Esa búsqueda, acrecentada especialmente a partir del supermartes, 1 de marzo, es un claro indicador de dos cosas: 1. De que la gente no se lo cree, y 2. De que la gente no entiende por qué sucede.

Búsqueda en Google de "Why Trump?"

Como yo tampoco lo tenía del todo claro o no me atrevía a publicar nada sobre el tema, he analizado diferentes teorías. En la mayoría de casos, quienes hablan de la causa del voto a Trump se quedan solo en la primera razón, pero he identificado unas cuantas más que pueden explicar el fenómeno:

1. Sus votantes son estúpidos y racistas
Sí, aunque parezca radical, es la principal razón esgrimida incluso por muchos analistas. Se habla de que solo le votan racistas, intolerantes y gente de clase baja sin estudios. De hecho, la grandísima mayoría de sus votantes son blancos de clase trabajadora. Esa es la razón de que se hayan dejado convencer por su discurso populista que se dirige directamente a sus emociones y no a su cerebro. Pero como razón unívoca deja mucho que desear, y muchos otros analistas (más recomendables) sí aportan interesantes ideas, que comparto en el resto de este texto y que intento clasificar.

2. Los cambios económicos
Thomas Frank, en The Guardian, se hace eco de un estudio publicado por Working America, que entrevistó a 1.600 votantes blancos de clase trabajadora de los suburbios de Cleveland y Pittsburgh en diciembre y enero. El estudio reveló que el apoyo a Donald Trump es alto entre esas personas y no porque deseen que un racista ocupe la Casa Blanca. Lo que hace que Trump se convierta en el líder favorito es su actitud, su contundencia y su forma directa de hablar. Esa actitud es la que quieren las personas que han visto como en los últimos 30 años su sueldo casi no ha subido aunque sí los precios de las viviendas. La economía ha mejorado un 48 % desde 1986, de acuerdo, pero esos beneficios han ido al 1 % de la sociedad; la clase baja y media casi no lo ha notado, independientemente del Gobierno que haya habido. Tampoco cobran subsidios, que van a minorías que probablemente son más pobres, pero que han llegado después. Trump les ofrece ese golpe en la mesa para decir basta, para decir que están cansados de que les tomen el pelo mientras su vida no mejora, mientras siguen con sueldos estancados, pagando precios increíbles por sus casas, por sus estudios, la sanidad que necesitan y, sobre todo, porque temen que sus hijos lo tengan aún peor. 

3. Los cambios demográficos
Durante las últimas dos décadas, la parte asiática del electorado se ha triplicado y la parte hispana se ha quintuplicado. Disminuyen los ciudadanos blancos y aumentan los no blancos. Y, además estos no blancos tienen muchos más hijos e hijas (por cuestión de edad). Cada 30 segundos, un latino cumple 18 años y se convierte en potencial votante. Son 66.000 cada mes. El crecimiento entre los blancos está estancado. En 1990, el 32% de la población menor de 20 años era de una minoría, en julio de 2012, el 47% de los 82,5 millones de personas menores de 20 años en los Estados Unidos pertenecía a una minoría. De repente, muchos ciudadanos se ven invadidos y no saben muy bien cómo sentirse. Si le sumamos la problemática económica, se puede entender que en algunos casos se use a las minorías como mera excusa de sus crisis personales y familiares.

4. Los cambios sociales

 
 
 
 
El miedo es lo que mueve a las personas y es lo que mueve a los votantes de Trump

Marc Bassets, en un muy buen artículo en El País, también habla de los cambios sociales como razón del auge de Trump y explica la “idea de la ansiedad”, teorizada por Shana Gadarian en su libro Anxious politics (Política ansiosa): “Para muchos americanos que pasan por dificultades financieras, existe una sensación de precariedad que les hace cuestionar la futura seguridad económica de ellos, sus familias y el país”. La fórmula de Trump, según Bassets, sería ansiedad + enfado: “Mientras que la ansiedad lleva a la gente a querer sentirse protegida, el enfado le lleva a querer culpar y castigar a quien perciban como responsable de la ofensa”. El miedo es lo que mueve a las personas y es lo que mueve a los votantes de Trump. 

5. Quiénes votan en primarias
Los votantes de las primarias republicanas están mucho más radicalizados que en elecciones presidenciales. Un estudio del Pew Research Center demuestra que quienes votan en las primarias son mucho más conservadores que el votante medio republicano que sí vota en las presidenciales. Además, la grandísima mayoría son blancos. Casi no votan afroamericanos y latinos, ni siquiera en Estados donde tienen gran población. Hay también una novedad. En estas primarias los votantes se han multiplicado por dos en algunos casos, participan más que nunca y, en su mayoría, lo hacen para aupar a Trump. 

6. La retórica anti Obama

 
 
 
 
El discurso ya no es político, es personal. Todo vale. Lo que dice Trump, entonces, no parece tan grave para quien está acostumbrado a estos mensajes

Desde que Barack Obama accedió al poder se le ha venido insultando, ya no por sus políticas sino por sus valores. Trump fue uno de los primeros en hacerlo, junto al Tea Party, dudando de la procedencia estadounidense de Obama, pero no fue el único. Durante ocho años la retórica ha subido a unos niveles nunca vistos, espoleados por ciertos medios de comunicación y difundidos a través de las redes sociales. Tanto ha subido la tensión que ya nadie se escandaliza porque, por ejemplo, en las midterms de 2014 (las elecciones de dos cámaras del Congreso), candidatos republicanos dijeran, como indica Bassets: “Terroristas islamistas podían introducir el virus del Ébola a través de la frontera con México”. El periodista cita un libro de Michael Grunwald, The new new deal, donde se indica que a muchos votantes de las primarias republicanas se les ha dicho durante siete años que “Obama era un usurpador ilegítimo que está matando América”. Siguiendo con Grunwald, “Trump sería un monstruo nacido de la retórica descontrolada del Partido Republicano”. El discurso ya no es político, es personal. Todo vale. Lo que dice Trump, entonces, no parece tan grave para quien está acostumbrado a estos mensajes.

7. La personalidad de Trump
Es un hombre hecho a sí mismo, que ha demostrado que puede mandar. Para él solo hay ganadores y perdedores. Además, está alejado del partido y, por tanto, del establishment. Su comunicación es omnipresente, escribe sus propios tuits y hace llamadas constantes a programas de televisión, o acude a ellos. Y a los medios les encanta no tanto por quién es o lo que dice, sino porque consigue audiencias increíbles . Ha recaudado cinco veces menos que Jeb Bush, pero no le importa, es millonario. Acapara toda la comunicación y es un líder que agrada a la prensa porque les da cosas nuevas de las que hablar constantemente. 

8. El mensaje
Se le acusa de tener un mensaje racista y antiminorías, pero, como indicaba Thomas Frank, si hay algo que caracteriza su mensaje es hablar del comercio, de empleo, de dinero que ahorrarían la clase baja y media, de corrupción, de las necesidades del día a día de los trabajadores norteamericanos. Tampoco se contradice, ya que sus empresas se nutren de trabajadores estadounidenses, como dice Lakoff, sin irse fuera del país. Se lo puede permitir. Además, sus mensajes apelan a volver a los orígenes, al poder para la gente y conseguir que mejoren todos, y no solo las grandes empresas. 

9. El partido republicano
Hasta hace pocas semanas, y tal vez incluso ahora, se sigue dudando de que Trump pueda ganar las primarias. Pese a que todo parece indicar que tiene las de triunfar, la mayoría del partido se sigue negando a creerlo, basándose, como indica Daniel Drezner, en los análisis de unos politólogos que están fallando en todo lo que anunciaron. En el partido parecen vivir en una nube sin darse cuenta todavía de que solo quedan sus candidatos más radicales. Estas primarias son una derrota dolorosa para los republicanos, que han visto cómo sus votantes se han cansado de ellos y de sus favoritos.

10. El contexto
Es momento de cambio, de hartazgo. El nivel de confianza en el Congreso es mínimo. La gente tampoco en los republicanos. Trump surge con un mensaje que les emociona, aunque a menudo no sea racional. No les importa. Hace cuatro, ocho, 12 años no hubiera llegado a ningún sitio. Ahora ese mensaje puede llevarle a luchar por la Casa Blanca. Lo indican muy bien Cusack y Swanson en The Hill: “El tiempo lo es todo en la política, y el ciclo 2016 es el tiempo de Trump”.

Mucha gente seguirá opinando que la razón número uno es la única explicación. Yo creo que es un poco de todo. Veremos, en cualquier caso, si en las próximas semanas aún siguen habiendo votantes con razones para votar por Trump, sean cuales sean.

 
 

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