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Arranca en Cleveland la convención del Partido Republicano
19 de julio de 2016

Los 399 días de Trump desde la candidatura hasta la Convención Republicana

Xavier Peytibi @xpeytibi . Cleveland, Ohio, Estados Unidos

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#Estados Unidos
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Donald Trump, candidato del Partido republicano a la presidencia de los Estados Unidos de América
Donald Trump, candidato del Partido republicano a la presidencia de los Estados Unidos de América
EP

399 días. Ni uno más, ni uno menos. Esos son los días que han transcurrido desde el anuncio de la candidatura de Donald Trump a la presidencia estadounidense hasta la celebración de esta Convención republicana. Desde ayer y hasta el jueves, en Cleveland, Trump es el gran –y único- candidato para ser escogido presidenciable republicano a la Casa Blanca.

Ha ocurrido lo impensable, aquello que jamás podía haber ocurrido. Y ha sucedido con una mayoría aplastante respecto al resto de candidatos y, sobre todo, respecto a los candidatos del establishment del partido, a los que derrotó en primer lugar y echó de la carrera electoral después de unos ataques furibundos. Esa fue la estrategia del candidato, echar primero a los favoritos del partido haciéndolo con esa misma excusa: que eran del establishment, que no estaban cerca del pueblo, que no iban a cambiar nada, que no entendían nada. Porque el multimillonario sí que entendía.

Trump sabía de la desafección, del enfado de la ciudadanía (sobre todo blancos pobres) con las élites políticas, y de las preocupaciones de la gente: inmigración, pobreza, tener menos esperanza, sentirse perdedores ante el sistema, no reconocer al país en el que crecieron, tener nostalgia de un pasado mejor. Y todo ello crea enfado, crea movilización, crea un mensaje único de campaña… y suma votos en primarias para Trump, que ha llegado sin rivales a la Convención.

Un mensaje sencillo y al corazón

Los votantes republicanos han demostrado que quieren a un líder con un mensaje sencillo y que llegue al corazón de los votantes, e independiente, que no le deba nada a nadie. Trump lo es. Desde el partido republicano, sin embargo, quieren a un líder que pueda ganar las elecciones de noviembre convenciendo racionalmente a minorías e independientes, que llegue al cerebro. Y eso, Trump no lo puede asegurar. Ningún candidato probablemente pueda ya ganar, debido al cambio demográfico, sólo con los votos de los blancos.

 
 
 
 
El casi candidato republicano puede asegurarse el voto blanco -o la mayoría de él-, pero eso jamás le permitiría ganar unas elecciones en un contexto normal. Pero en 2016 no hay un contexto normal

En 2012, aproximadamente nueve de cada diez personas que votaron por Mitt Romney, el candidato republicano, eran blancos no hispanos. Romney obtuvo el 59 por ciento del voto blanco. Nadie que hubiera conseguido ese porcentaje de los votos de los blancos había perdido en toda la historia electoral estadounidense, pero Romney perdió las elecciones. Si el ex candidato no logró acercarse a las minorías, Trump lo tendría imposible. El casi candidato republicano puede asegurarse este voto blanco (o la mayoría de él), pero eso jamás le permitiría ganar unas elecciones en un contexto normal. Pero 2016, como hemos visto, no es un contexto normal. Y esa es su esperanza.

Desde ayer, Cleveland es el plató de un show (el propio Trump lo ha denominado así) donde se verá al casi seguro representante republicano y sus afines. Y es, tal vez, la primera gran oportunidad para el candidato de demostrar que no es tan malo como potencial líder de los Estados Unidos. Por ahora, el 83 % de los encuestados opinan de él que es una persona desagradable, pero tiene, estos días, tres oportunidades para cambiar –aunque sea mínimamente- esa percepción:

La familia al frente

En primer lugar, la familia. Por primera vez, Trump hará participar a su familia como actores protagonistas. Verlo como buen padre intenta cambiar la sensación que se tiene sobre él, humanizarlo.

En segundo lugar, la moderación. Un mensaje tranquilo para suavizar al partido, sin dejar su mensaje habitual, pero haciéndolo mucho menos visceral, se podría evitar la fractura dentro del partido, y ser un guiño para el resto de votantes republicanos.

En tercer lugar, su vicepresidente. La elección de Mike Pence le acerca al ala anti-Obama y más dura del partido y, por eso mismo, a los grandes donantes económicos (como los hermanos Koch), que siempre han apoyado al gobernador de Indiana. También es una apuesta por un político calmado y con buenas relaciones con el ala conservadora y religiosa republicana (y el Tea Party).

 
 
 
 
De una Convención tranquila podría emerger un candidato nuevo, más calmado y ayudado por un partido más conservador. Con ruido puede emerger de nuevo el monstruo comunicativo que lo devora todo

Sin embargo, hay una cuarta opción, nada improbable (de hecho, la que muchos pronostican). Es la posibilidad de que todo vaya mal, de que los delegados vayan unos en contra de los otros para que Trump no sea el escogido. Es la opción que podría significar para los republicanos el principio del fin de sus posibilidades para ganar las próximas elecciones. El clan Bush, Romney, McCain, Rubio… están contra el multimillonario, pero también lo están muchos delegados que deberán aprobar, a parte del ticket presidencial, el programa electoral.

En principio, no deberían poder impedir su nominación, pero si hay ruido –o incluso violencia- quedará claro que al candidato no lo quieren ni en su partido. Y puede suceder dentro de la Convención como cuando en 1964 nació una plataforma anti-Goldwater que no funcionó en ningún momento, aparte minar las opciones del candidato a la Presidencia. Pero también puede suceder fuera, y eso es lo más peligroso, si se enfrentan partidarios y detractores de Trump en las calles de Cleveland, que tendrán más policías que nunca en un contexto de violencia racial.

Todo se basa en percepciones. De una Convención tranquila podría emerger un candidato nuevo, más calmado y ayudado por un partido más conservador. En cambio, de una Convención con ruido puede emerger de nuevo el monstruo comunicativo que lo devora todo, que polariza opiniones, que crea emociones a favor y en contra. Ese al que llevamos observando incrédulos los últimos 399 días. 

 

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