
Antonio Rodríguez de las Heras
Tiempos de confusión
Antonio Rodríguez de las Heras el
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En tiempos de confusión abundan los profetas. Los falsos traen certezas; los otros, preguntas… certeras.
Big Crunch
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La Gran Implosión. En poco más de setenta años la miniaturización de los artefactos electrónicos ha sido fenomenal. De un Colossus o de un ENIAC, ocupando una habitación, se ha llegado a una fina pastilla, que se sostiene con la mano: el móvil o `smartphone´. De esos aparatos atendidos por un equipo de personas, a una prótesis adherida a cada uno de nosotros.
Desnudez
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La nave espacial es una expresiva metáfora de la historia humana y del conflicto que mantenemos entre lo que entendemos por natural y por artificial. De nuestra dependencia respecto a los artefactos y la desnudez insoportable a la que se nos arrojaría si nos despojáramos de lo artificial.
Un cielo estrellado
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Es una pregunta inevitable que nos hacemos cuando contemplamos el cielo estrellado: ¿por qué es tan inmenso? Y si volvemos la mirada a esta pizca de materia en la que estamos y la fascinante construcción de vida que sobre ella reposa, se intensifica más el contraste entre la desmesura del cosmos y la complejidad perturbadora de la vida, de la inteligencia, de la conciencia, a la que le basta algo tan pequeño como el planeta Tierra.
El éter digital
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La comunicación oral ha supuesto un potencial inmenso para la especie humana; y la escritura, una asombrosa aceleración del tramo de nuestra evolución que llamamos civilización. Ahora la Red proporciona otro medio para transmitir la palabra, de efectos imprevisibles.
¿Adónde miro?
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Hace unos días, la eficiente organización de una conferencia me permitió elegir entre varias opciones para dirigirme a un público numeroso reunido en el auditorio de un palacio de congresos.
La mirilla
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Era muy joven, 23 años, cuando escribí la biografía del novelista Ángel María de Lera. Para documentar la biografía, me reuní muchos días con él en su casa y pasábamos toda la mañana entre los recuerdos de una vida que, por mi juventud, me parecía todavía más aventurera, es decir, cargada de azar y voluntad, una vida de superviviente.
Un rincón en la Red
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Les confío una aspiración: construir mi rincón en la Red. Pero -me adelanto a posibles malas interpretaciones- no como el villano en su rincón, de Lope. Porque, si su personaje desdeñaba la vida de la Corte, yo no me desintereso de la vida en la Red. Todo lo contrario, ese rincón es más bien una búsqueda de las posibilidades de comunicación que pueden experimentarse en el espacio digital.
La visita de la tecnología
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Con frecuencia reaccionamos ante la tecnología como si fuera una nave espacial que acaba de posarse en nuestro planeta. Expectantes, inquietos, nos preguntamos qué intenciones traerá. ¿Una visita amiga? ¿Amenazadora? Pero, en cualquier caso, invasora. Perturbadora, para bien o para mal, de lo establecido.
¡A la máquina pongo por testigo!
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La Red es un inmenso arenal de ceros y unos. Sabemos que transitar por ella deja irremediablemente huellas. Y esas marcas de nuestra actividad nos inquietan, pues quedamos expuestos a la observación y rastreo de otros. Buscamos, por tanto, procedimientos para preservar y administrar la información que continuamente generamos en la Red.