Será por el carácter abierto de las madrileñas y madrileños, por la ubicación central de la ciudad o el milagro restaurador gay en el antes deteriorado (y ahora gentrificado) barrio de Chueca. Sea cual fuere el motivo, lo que tradicionalmente ha sido una marcha reivindicativa se ha ido transformando en una fiesta de la ciudadanía madrileña y de fuera. LGBT o no. Cada año más y más turistas se acercan a disfrutar de unos días en lo que parece una ciudad cada vez más inclusiva y respetuosa con la población LGBT. Según los estudios (LGBTfóbia en las Aulas, Educación-COGAM 2015), parece que mejora ligeramente, cada año, gracias al trabajo de sensibilización desde las asociaciones (como la histórica COGAM, Fundación Triangulo, COLEGA, o Arcópoli entre otras). En Madrid, la fecha deja espacio a una semana de actividades culturales y se convoca al resto de colectivos y participantes de la Comunidad en la manifestación.
Reivindicación y ocio a partes iguales
Sin embargo, tanto público atrae el interés de los empresarios de la zona y el de grandes empresas, que ven un buen espacio de posicionamiento de marca. En las democracias europeas las lógicas neocapitalistas han calado hasta la visión de los servicios sociales básicos mostrándolos como espacios de mercado. ¿Qué no pasará en un evento que mezcla reivindicación y ocio a partes iguales? Madrid se llena con banderas arcoíris de seis colores en escaparates y productos, debilitando el contenido político por asociación al consumo. La misma marcha se ve inundada de marcas y empresas, pues tienen los recursos necesarios para sufragar los costes de participación. Unas con una política abiertamente LGBTfriendly, de apoyo a la igualdad, y otras no tanto. Al crecer de año en año, la reivindicación-fiesta ha producido numerosas transformaciones y se ha empapado del espíritu hegemónico actual: los espacios públicos subastados a los intereses privados. Esto puede verse como un buen signo. Lo que anteriormente generaba estigma, donde poca gente podía o tenía el valor de sumarse a la protesta, donde los manifestantes rehuían las cámaras de los medios por miedo a que se enterasen en su casa, ahora, se pide dinero para ser centro de atención. Imaginemos cómo puede afectar este cambio a las perspectivas de un menor que está aceptando su identidad sexo-afectiva o de género. Pausar por un momento el drama de tantas poblaciones donde se castiga con agresiones, mutilaciones o muerte al colectivo LGBT y dejar espacio al orgullo y a la fiesta, puede generar perspectivas de empoderamiento y autoestima.
Desde 2011, el Orgullo Crítico ha sido minoritario (sobre todo si la comparamos con la masificación del Orgullo oficial) pero creciente en número cada año
No debemos olvidar cómo comenzaba este artículo. El Día del Orgullo sigue siendo necesario para reivindicar que las personas LGBT son parte de la sociedad y tienen (o deberían gozar de) los mismos derechos que el resto de la población. En España sigue habiendo agresiones por parte de intolerantes, homófobos, instituciones y partidos políticos. Por ello, mucha gente siente la necesidad de manifestarse reivindicando sus derechos y los derechos de la ciudadanía, sin distracciones. El movimiento plural indignado tuvo su momento más visible en la ocupación de la Puerta del Sol de Madrid el 15 de mayo de 2011. De aquí surgen asambleas como la Transmaricabollo de Sol. No sintiéndose representadas en la manifestación oficial ya institucionalizada, personas LGBT queers, asexuales, pansexuales, personas no binarias y otras identidades, deciden buscar un espacio para la reivindicación política pura. Desde 2011, esta manifestación ha sido minoritaria (sobre todo si la comparamos con la masificación del Orgullo oficial) pero creciente en número cada año. Se ha apoyado mucho desde el movimiento queer académico y activista. Los medios institucionales no son especialmente bienvenidos, pero las personas individuales que apoyan la diversidad, sí, y mucho. El año que viene volveremos a estar allí, junto con las amigas y amigos que decidan apoyar la causa. Ninguna manifestación por los derechos es excluyente ya que se puede asistir a todas. Recuerda: no nos mires, únete.