Luego la cosa se redujo de manera bastante irregular, pero lo que siempre aparecía como llamativo era el esfuerzo de los medios de comunicación por informar de tapadillo sobre el número de abstencionistas, no digamos ya los votos en blanco. Como si se tratara de una anomalía, casi una enfermedad, que debía ocultarse. Hay países donde el voto es obligatorio.
Tengo un interés especial por saber qué ocurrirá el próximo 26 de junio, y sin que parezca un signo de perversidad, tanto por saber los resultados generales como el nivel de hartazgo y desprecio de la ciudadanía hacia su clase política, es decir, la abstención. Digo clase política, ahora que por decreto de Podemos ha dejado de existir la casta, para evitar la evidencia de que al fin y al cabo casta son todos desde que pisan las alfombras del Congreso de los Diputados, o al menos eso debemos creer a partir de la retirada de la que era más que exactísima expresión. En España se retiran las palabras pero no los motivos que las dan nombre. Casta, ya solo se podrá utilizar, y muy hipotéticamente, para unas señoras que con muy sano criterio han dejado de serlo desde hace muchos años.
Estamos por primera vez en nuestra historia ante una segunda vuelta electoral y eso se transforma inevitablemente en un `vale todo, con tal de ganar´
¿Soportará impávidamente la ciudadanía el mes y medio que la espera de carteles, mítines, debates y demás obviedades, que más de uno interpretamos como un castigo de la democracia y no una prueba de vivir en una sociedad libre? ¿De verdad son necesarios todos esos excesos de palabrería inútil? Y no lo digo por el precio, porque el gasto es solo un señuelo. Cuando dicen "seremos muy moderados en la campaña", es como si oyera lo manirrotos que se mostrarán cuando gobiernen. Eso es equivalente a lo que el pueblo llano llamaba “el chocolate del loro”.
Estamos por primera vez en nuestra historia ante una segunda vuelta electoral y eso se transforma inevitablemente, como en las prórrogas del fútbol o los últimos asaltos de un combate de boxeo, en un vale todo, con tal de ganar. O mucho me equivoco o vamos a vivir trampas, manipulaciones, mentiras al estilo de las películas de gansters. Solo que aquí no aparecerá la policía en las últimas secuencias apelando a la ley y el orden. Ellos, más que nadie, van a tener un papel protagonista en este filme que podría titularse La Convención de Harry el Sucio.
`El miedo´
Les importa un carajo la abstención, porque en una segunda vuelta lo que más pesa es la cantera de los equipos locales. Todos esos miles que viven del erario público y dependen de sus jefes respectivos, y que, por supuesto, aspiran a seguir haciéndolo. ¡Están los tiempos como para cambiar de trabajo, no digamos ya para buscarlo!
Cuando aparece el miedo en campaña y se utiliza como arma arrojadiza, entonces ya hemos pasado del territorio de las apariencias y cada uno se comporta como en un burdel
¿Acaso les ha preocupado a cualquiera de ellos -salvo Podemos y Ciudadanos, que iban de vírgenes en su primer festejo- que perdieran votos por millones, que se redujeran sus diputados en cantidades que obligarían a dimisiones en cadena? No. Unos se aferraron a que quedaron los primeros y los otros a que, sudando mucho la camiseta y por los pelos, los segundos. ¡Y eso que tienen ese magnífico engendro, que ellos inventaron, y que tiene nombre de cuchilla de afeitar, Ley d´Hont!
De ahí que la abstención sea, hoy por hoy, el secreto mejor guardado. Una palabra nefanda que por más que ponga en sordina las trompetas de los vencedores, no debe pronunciarse a menos que las cosas se pongan muy mal y esa estafa supuestamente científica que se denominan “encuestas”, aterroricen a los dos púgiles que se hacen los amos de la cancha y aparezca el miedo.
Cuando aparece el miedo en campaña y se utiliza como arma arrojadiza, entonces ya hemos pasado del territorio de las apariencias y cada uno se comporta como en un burdel. El que más paga se lleva a la que más cobra, y no se admiten competidores.