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Las ventas por Internet amenazan la labor de los vendedores
23 de noviembre de 2015

Los taquilleros en la industria cultural, en peligro de extinción

Paloma Fidalgo @palomaffidalgo bez@bez.es

#Artes
 
Interior de una sala de cine
Interior de una sala de cine
EP

No forman parte del espectáculo pero son los centinelas del templo, la primera persona que, parapetada tras el cristal, nos recibe al llegar al cine, al teatro o a un concierto. Y no, su misión no se limita a la fría tarea de expedir una entrada: no solo nos ubican en el mejor asiento, sino que a menudo ejercen de prescriptores culturales, y pueden incluso –ahí es nada- resultar clave para que un espectador se decida a entrar a ver la función. Pueden hacerlo, pueden sumarte a la causa.

Hablamos de los taquilleros de la industria cultural, una figura que, sin embargo, parece abocada a desaparecer.

Son gente del mundo del espectáculo, pero aunque su profesión no esté exenta de romanticismo, no se le suele conceder ningún halo de glamour. Y eso que a menudo se codean con los artistas, o lo que peor, los ven en sus horas más bajas y les espantan a los fans. “La figura del taquillero clásico es similar a la de un farmacéutico, sobre todo en ciudades pequeñas. Conocen a la gente que va habitualmente al cine, se quedan con sus gustos, y les recomiendan la película que más les encaje”, afirma Toni García, periodista especializado en cine, autor del libro Autónomos: la guía definitiva y que el próximo 1 de diciembre actúa en el Teatro Alfil de Madrid, en el show El Club. Havana 7 Historias que cuentan.

La figura del taquillero clásico es similar a la de un farmacéutico, sobre todo, en ciudades pequeñas. Conocen a la gente que va habitualmente al cine, se quedan con sus gustos, y les recomiendan

Sin embargo, así como cada vez hay más tenderos sustituyendo a los libreros de toda la vida, “estamos encaminándonos a tener taquilleros multifuncionales, a un servicio integrado. De tal modo, incluso en las multisalas de cine, la persona que te vende la entrada es la misma que la que te la rompe después, te hace las palomitas, te acomoda en tu butaca, y sospecho que a menudo es la misma que activa la proyección y el sonido. Esto explica que a veces no se vea bien, es absurdo que una sola persona se deba encargar de tantos cometidos, y tan especializados en algunos casos”.

La venta electrónica se impone

La amenaza que se ciñe sobre la profesión de taquillero es triple: por un lado, padecen la crisis económica, que ha causado un descenso en la afluencia del público a las salas de espectáculos, cine y teatro en un 27,7% entre 2008 a 2014, según el II Informe sobre el Estado de la Cultura en España de la Fundación Alternativas; por otro, los afecta el comercio electrónico, y en último lugar, el impulso de la robótica. Y eso que la industria cultural, a la que pertenece el gremio, no es un sector manco en cuestión de empleo.

Según datos de la Agrupación Europea de Sociedades de Autores y Compositores (GESAC), mientras que las Telecomunicaciones dan trabajo a 1,2 millones de personas en la Unión Europea, la Cultura hace lo propio con más de siete millones. En España, el sector cultural (cine, música, videojuegos y vídeo) da trabajo a 457.600 personas, un 2,6% del empleo nacional, de acuerdo con las cifras de la Coalición de Creadores.

En 2014 la venta por Internet representó el 84% del total, frente a un 16% de ventas que se efectuaron en taquilla

“La de taquillero es una profesión en extinción. La mayoría de la gente ya prefiere comprar las entradas en Internet, salvo la de mayor edad. Los taquilleros quedamos solo para estar pendientes de si hay algún problema con las máquinas expendedoras de las entradas, o para aglomeraciones que se producen ocasionalmente, por ejemplo con las típicas ofertas de último minuto”. Habla José Luis Molinero, empleado en el Centro Dramático Nacional como taquillero.

Y en efecto, en el sector del ocio y el entretenimiento en España, de acuerdo con los datos ofrecidos por Onebox, empresa que desarrolla tecnología para la comercialización de espectáculos y actividades de ocio, la venta de entradas por Internet crece al galope: en 2013 suponían el 69% frente a un 31% de las ventas en taquilla, pero en 2014 ya representó el 84% del total de las que se vendieron, frente a un 16% de ventas que se efectuaron en taquilla.

El estudio revela además que el sábado es el día en que se registran más ventas (el 25,1%), seguido de los viernes (14,5%), mientras que el lunes resulta ser el día con menor número de entradas vendidas. Además, en la época estival disminuye considerablemente el trasiego de venta; julio (5,4%) y agosto (5,5%) son los meses que registran valores más bajos, frente a abril (16,4%) y diciembre (12%), los meses en los que los consumidores compraron más, coincidiendo con los períodos de Semana Santa y Navidad, respectivamente.

Si nos fijamos en el perfil del usuario, el comprador de entradas online tiene entre 35 y 40 años de media, y se gasta aproximadamente 23,5 euros por ticket, lo que hace pensar que limita sus compras a teatro o espectáculos, mientras que las entradas de cine, que tienen un precio inferior, las compra en la taquilla, tomando in situ la decisión de qué película ver.

La comodidad y la previsión parecen ser las os motivaciones fundamentales para comprar las entradas desde casa. Pero hay más. “Los propios teatros favorecen la compra online, a través de su propia web o de portales como Atrápalo, Entradas.com, Ticketmaster, etc.”, asegura Rafa Maza, actor en gira con su show cómico Sólo Fabiolo Glam Slam. “El potencial público asume que vía online va a ser más barato que en taquilla, y además una mayor antelación vendrá acompañada de un mayor descuento, como cuando compramos un billete de avión o reservamos una habitación de hotel”. También son clave las opiniones y recomendaciones vertidas por otros usuarios, pues se presuponen más auténticas y fiables que las de los medios de comunicación. “Hay ciertos portales que ofrecen valoraciones del público de la obra, y en parte algo influye a la hora de decidirse por adquirir una entrada para un determinado espectáculo”, concluye Maza.

Entiéndase con la máquina

Pero el 'sayonara' a los taquilleros amenaza también desde la robótica. Aun comprado la entrada en el propio teatro, el espectador puede evitar el contacto humano, gracias a las máquinas expendedoras, que poco a poco y en silencio, desde su creación allá por la Revolución Industrial, han ido ganando terreno a los trabajadores de carne y hueso. “La menor variación de temperatura, presión atmosférica, humedad o intensidad de radiación afecta a vuestra eficiencia. Sois alterables. Yo, por el contrario, soy un producto acabado", espetaba a un humano el robot QT-1 Cutie en Yo, robot, de Isaac Asimov.

Hace tiempo que la ciencia y la ficción vienen advirtiéndonos de que en las próximas décadas muchas profesiones pueden irse para no volver, sustituidas por la robótica y la Inteligencia Artificial. Si en los dos últimos siglos la mano de obra sucumbió ante las máquinas en el sector agropecuario y el industrial, ahora es el sector terciario o servicios el que está en la cuerda floja. La consultora Forrester publicó el pasado mes septiembre el estudio The future of jobs, 2025: working side by side with robots, indicando que se podrán perder 22,7 millones de empleos en la próxima década sólo en Estados Unidos, aunque la pérdida se compensará en parte con la creación de unos trece millones de puestos nacidos de la robotización.

En España, la web de recursos humanos CareerCast ha iniciado ya la crónica de una muerte anunciada sobre los carteros, granjeros, agentes de viajes y sí, también sobre los taquilleros. 

Una profesión sin vocaciones

La lucha vocacional no acompaña en este ocaso. “Yo no tengo interés de ser siempre taquillero, aunque no es una profesión donde haya temporalidad, y de hecho hay mucha gente que lleva años en sus puestos. Por lo general, en los trabajos en los que hay que manipular dinero, hay poca temporalidad, se busca a personas de confianza”, advierte Molinero. Y que su escasa actividad sindical como colectivo no nos engañe: las condiciones laborales del taquillero no son un camino de rosas. “Es muy difícil conciliar la vida laboral y personal, tenemos que estar en taquilla en días festivos como Navidad o Semana Santa, abrimos a las dos y media de la tarde, hay taquilleros que tienen jornada partida… Y esto no siempre está compensando económicamente. Además, hay momentos de muchos estrés, con aglomeraciones de gente para comprar, y lo que es peor: si te equivocas con las cuentas, no tienes un seguro de responsabilidad que te cubra; tú eres, individualmente, el responsable”.  

El lado más salvaje del capitalismo quiere ahorrar costes caiga quien caiga, según García

En el futuro, “el contacto humano será un lujo. En Amazon ya tienes la opción de chatear con alguien sobre tu compra. Creo que se tenderá a eso también en la compra de entradas. Es el lado más salvaje del capitalismo, que quiere ahorrar costes caiga quien caiga”, mantiene Toni García. Habrá que pensar si es el modelo que queremos para nuestros shows. “Yo siempre digo que el espectáculo empieza en la taquilla”, asegura Maza. “Los teatros deberían cuidar el servicio en taquilla desde el principio. A la hora de comprar la entrada, ya se tiene que empezar a generar ese misterio de la representación, tiene que haber algo de ceremonia”.

 

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