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03 de noviembre de 2015

Gobierno mundial: ¿utopía? ¿distopía? ¿probabilidades?

Rocío Oyaga bezanalistas@gmail.com

#Gobernanza
#Política
#Internacional
 
Países y naciones miembros de la ONU
Países y naciones miembros de la ONU

Unir a toda la humanidad bajo una autoridad política común, una idea que implica la cesión de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial nacionales a unas instituciones del mismo estilo a escala mundial y soberanas frente a todos los Estados que hoy conocemos, la integración de un único mercado, y la búsqueda de políticas comunes, una idea que exige la eliminación de cualquier obstáculo que impida la integración total del mundo.

BBC: Próximos 150 años

2030: vuelos comerciales automáticos/ China reclama territorio lunar/ establecimiento del Gobierno mundial…¿utopía? ¿distopía? ¿probabilidades?

Encontramos razonable que el Gobierno se forme a raíz de los aspectos más positivos de cada sistema, encontrando quizás mayor fundamento en métodos democráticos. Los académicos de las mejores universidades del mundo estudiarían la idiosincrasia de cada región del mundo para establecer las regulaciones dinámicas necesarias en cada lugar bajo el gran mando del Gobierno mundial. Con el fin de la competitividad, se buscaría hasta el último resquicio de recursos y se desarrollaría la tecnología o capacidad adecuada para cada zona del mundo en base a su ventaja comparativa. La especialización de regiones en su mejor versión de producción disminuiría los costes y aumentaría los beneficios. Por otro lado, el crecimiento económico y la buena y equilibrada redistribución de riqueza garantizaría mayor desarrollo humano en todo el mundo, los niveles de educación y salud de los países, ahora, en vías de desarrollo se equipararían a los de la población de países desarrollados erradicando la pobreza. Las diferencias entre culturas se dirimirían gracias a una nueva relación indispensable de dependencia positiva y de equilibrio, ya que ninguna región sería capaz de garantizar la satisfacción de todas las necesidades de su población por si misma. Con el fortalecimiento de esta relación, aumentaría la confianza en un futuro próspero y pacífico e incluso se difuminarían fronteras de pensamiento para aunar creatividad e innovación y establecer políticas comunes y obligatorias frente a amenazas de índole global: medio ambiente. La velocidad de desarrollo a la que avanzaría la humanidad, gracias a la estabilidad de la búsqueda de un bien común, aun no se puede ni imaginar.

Un orden mundial estancado en el caos

De pronto, en el momento de mayor apogeo del nuevo sistema, estalla un golpe de Estado. Movimientos independentistas que comienzan con protestas sociales por la desaparición de sus costumbres más tradicionales culpan al Gobierno mundial, personas que no creen en él. Poblaciones enteras que, ante una crisis de identidad y viendo el fin de su superioridad mundial frente a países en vías de desarrollo -en el mejor de los casos-, temen al nuevo Gobierno. O simples acusaciones de corrupción en semejantes magnitudes. Las manifestaciones en contra de la integración se suman y se propagan por el mapa del mundo tan rápido como surge el caos. Surgen grupos más radicales que toman iniciativas violentas y la población se divide en bandos: pro-integración y anti-integración.

No hablamos de la población de una región, no hablamos de una guerra civil como ahora la imaginamos. Sería un conflicto que incumbiría a toda la población mundial, ya que se estaría disputando lo que para unos es una salvación y para otros un castigo. Si este conflicto no se consiguiera frenar, estaríamos hablando de la Tercera Guerra Mundial. Ante tal situación de desconfianza, podrían resurgir las antiguas fronteras. Se formarían bandos de forma desorganizada entre antiguos estados. Cada espacio de la Tierra estaría infestado de violencia e inseguridad, cada espacio que habría sido indispensable para la estabilidad del Gobierno Mundial, con recursos sectorizados por regiones, la inseguridad a la que se sometería a las personas sería extrema. Con las cadenas de distribución paralizadas por el conflicto no se podría garantizar la satisfacción de necesidades más básicas. Un orden mundial estancado en el caos.

¿Y si el Gobierno mundial fuese un sistema intangible de equilibrio y tensión entre potencias?

Volviendo a la realidad, es difícil plantear estos escenarios teniendo en cuenta la posición de los diferentes actores más influyentes del mundo y las tensiones que los aíslan a direcciones diferentes de desarrollo. Sin embargo, existen ejercicios que presentan matices de soberanía mundial. ¿Y si el Gobierno mundial fuese un sistema intangible de equilibrio y tensión entre potencias? ¿Y si el poder supremo ya existiera en el Consejo de Seguridad de la ONU? El poder de veto de Rusia, China, Estados Unidos, Reino Unido y Francia, mientras que el resto de Estados buscan cómo alcanzar un protagonismo geoestratégico, establecer su lugar en el mundo, a través de diplomacia, desarrollo nuclear, amenazas o acciones asimétricas.

 
 

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