En algunas de esas postales se representa la ciudad con un enjambre de aviones volando por su calles. Y en una de ellas un repartidor, suspendido su avión delante de un balcón, entrega al sirviente de la casa un envío. Eran los años de la aviación pionera, de sus héroes pilotos, y del asombro y entusiasmo que despertaba esta invención.
¡Qué sugerente el arco de cien años que ya se ha cumplido y llegar a la orilla del siglo XXI! Y más aún la sorpresa de comprobar que el escenario corresponde a lo imaginado. En el vano del arco faltaba la computación, la robotización, la Red… que han hecho posible que la escena del balcón se pueda producir sin violar ninguna ley física, como en cambio sucedía en la postal. Los drones comienzan ya a poblar el aire.
Lo digital se ha derramado
Y aportan un ejemplo -solo un ejemplo, pero bien evidente, de los muchos que ya hay- de que el mundo digital se ha derramado. Quizá pensábamos que lo virtual permanecería confinado tras una pantalla: de este lado del espejo estaría el mundo real y del otro el virtual. Pero no ha sido así. Y un soplo insistente y penetrante de ceros y unos comienza a dar formas distintas y, sobre todo, capacidades impensables a los objetos que fabricamos. Se repite, pero ya no como mito, el soplo vivificador en la figura de barro.
Así que un dron se mantiene y evoluciona en el aire porque sigue unas leyes de la mecánica física, pero también por seguir la señal del smartphone que, adherido como prótesis, lleva consigo quien lo pilota, y al GPS que le proporcionan unos satélites o al mapeo digital de los obstáculos de su entorno, mientras una cámara también digital graba y transmite la visión desde el dron.
Hay que estar muy atentos a estas alteraciones de nuestro mundo, con efectos a todos los niveles, desde el económico al mental
Cuando se habla de “Internet de las cosas” hay el riesgo de limitar el fenómeno a referencias triviales de conexiones de electrodomésticos o de wearables a la Red. Pero lo que se está produciendo es de una mayor extensión y profunda penetración: es la transformación que lo digital produce en lugares y objetos cuando entra por sus intersticios y les insufla ceros y unos. Hay, por tanto, que estar muy atentos a estas alteraciones de nuestro mundo, con efectos a todos los niveles, desde el económico al mental.
Fuente: Jean Marc Cote -Wikimedia Commons
Las resistencias mentales están asociadas a cualquier cambio y, por consiguiente, ya se manifiestan en este caso recurriendo a una amplia gama de argumentos, desde razones a disparos, pues hay quienes recurren a la escopeta para abatir a estos intrusos voladores (empeño inútil pues llegarán no como aves solitarias sino como bandadas).
Las resistencias mentales están asociadas a cualquier cambio
La capacidad de ver (y la forma de mirar) que desarrollan estos artefactos tiene un lado de horizontes apasionantes para explorar y otro que produce inquietud a personas recelosas ante la posible perturbación de la intimidad. De igual modo que entristece que, como tantos otros potentes desarrollos tecnológicos que están conformando nuestro mundo, hayan nacido confinados en la industria militar hasta su posterior derrame en la sociedad.
Durante los años de edición de las postales En l’an 2000 las grandes ciudades comenzaban a sufrir la congestión y desorden del tráfico rodado y a responder con normas de circulación. Ahora, ante el avance de un enjambre de robots voladores, la sociedad se apresta también a regular sus movimientos.