Al rubricar dicho acuerdo, Estados Unidos y el resto de firmantes e integrantes del G5+1 (Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania) reconocen el poder ascendente de Irán en la región y que su contribución es imprescindible no sólo para estabilizar las crisis que sacuden Siria, Irak y Yemen, sino también para combatir a quien parece haberse convertido en el enemigo número uno de Occidente: el autodenominado Estado Islámico, cuyo poder de destrucción no ha dejado de crecer desde la proclamación del califato hace un año.

El acuerdo podría reforzar a los sectores reformistas y, en particular, al presidente Rohani ya que el levantamiento de sanciones mejorará la economía

El caos en el que se ha instalado Oriente Medio desde la invasión de Irak en 2003 ha obligado a Estados Unidos a reformular su política exterior y a buscar un reequilibrio de alianzas. Irán, otrora tachado como uno de los regímenes más peligrosos del mundo y protagonista indiscutible del denominado Eje del Mal, es reconocido ahora como un actor clave a la hora de apaciguar los múltiples frentes abiertos en la región. Como no podía ser de otra manera, este brusco giro cuenta con la frontal oposición de Israel y de Arabia Saudí, los dos principales aliados de Washington de la región, que interpretan que el trato podría hacer peligrar las numerosas prebendas de las que han disfrutado hasta el momento. No debe olvidarse que la larga ocupación de los territorios palestinos, a punto de cumplir medio siglo, le ha salido gratuita a Israel. Arabia Saudí, por su parte, tampoco ha sido sancionada por su peligrosa apuesta por acentuar el sectarismo tanto en la escena doméstica como regional, lo que ha tenido unos efectos desastrosos.
El acuerdo, inevitablemente, reforzará a Irán. En opinión de dos conocidos especialistas en la materia, Sadjadpour y Ben Taleblu, “ningún país de Oriente Medio cuenta con una combinación como la de Irán en cuanto a tamaño geográfico, ubicación estratégica, población numerosa, historia antigua y vastos recursos naturales. Independientemente de quién gobierne Teherán, estos atributos siempre alimentarán aspiraciones de primacía regional”. Efectivamente, Irán comparte fronteras con Irak, Turquía, Afganistán, Pakistán, Armenia, Azerbaiyán, Turkmenistán y, sobre todo, con los países del golfo Pérsico. Asimismo, tiene las cuartas reservas mundiales de petróleo y las primeras de gas, hoy en día apenas explotadas.
También es un gigante en términos demográficos. Cuenta con una población de 80 millones de personas, dos terceras partes de las cuales nacieron tras la Revolución Islámica. Parte de la juventud urbana y formada cuestiona el modelo de gobierno existente basado en el férreo control por parte de las autoridades religiosas. El acuerdo nuclear podría reforzar a los sectores reformistas y, en particular, al presidente Rohani, ya que el levantamiento progresivo de las sanciones y la apertura comercial podrían favorecer una mejora económica que redundará en beneficio de las clases medias, partidarias de una mayor apertura política.