El concepto de televisión como referente educativo ha primado en la memoria de muchos televidentes con el paso de los años. Los dos rombos situados en la parte superior derecha de la pantalla de los televisores todavía perduran en el imaginario de la sociedad española. No obstante, la modernidad parece tener preparadas otras alternativas para reimplantar, de otro modo, la calificación de los contenidos audiovisuales.
La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) presentó el pasado mes de julio una reforma en la calificación de los contenidos audiovisuales y el organismo pretende ir más allá.
La CNMC pretende implantar en 2016 una nueva medida de configuración en la clasificación por edades de los contenidos televisivos
Según informaron fuentes de la CNMC a Europa Press, con el objetivo de "concienciar y convencer a los medios de que proteger a los menores y darles un contenido de calidad puede ser un buen negocio", el organismo espera que a primeros de este 2016 se implante una nueva medida de configuración en la clasificación por edades de los contenidos televisivos. Para ello se identificarán con pictogramas de videojuegos los diferentes formatos que consideren como perjudiciales para la protección del menor.
Fuentes del organismo han apuntado a bez.es que desde la Comisión todavía no disponen de información sobre el futuro de esta medida pero que el departamento audiovisual lo está desarrollando. Es decir, que se trata de una hipótesis que a día de hoy no se sabe si verá la luz ya que, previamente, ha de ser aprobada por el consejo de la Comisión.
En cualquier caso, la medida espera que los espacios catalogados como "de miedo" estén identificados por una araña blanca sobre un fondo negro, los violentos con un puño cerrado sobre fondo negro, y los que dispongan de un lenguaje obsceno tengan un bocadillo de cómic con signos.
Estos pictogramas actuarían como complemento a la calificación de los contenidos por edad que fueron aprobados en julio. La resolución determinó la implantación de siete categorías de contenidos potencialmente perjudiciales: violencia, miedo o angustia, sexo, discriminación, drogas y sustancias tóxicas, conductas imitables y lenguaje, cuya presencia se analiza independientemente.
La Información Paneuropea sobre Juegos (PEGI) es una clasificación europea cuyo objetivo es proporcionar información a los padres a la hora de comprar un videojuego a sus hijos.
Este sistema, implantado en 30 países, está respaldado por los principales fabricantes de consolas para determinar si un juego es violento, dispone de contenido sexual, entre otros.
Este modelo es el que la CNMC pretende implantar en la televisión de nuestro país para aclarar si un formato televisivo dispone de estas características y, de este modo, alertar a los padres o tutores de lo que van a contemplar los menores.
La presencia (verbal o visual) de estos contenidos determina la edad por debajo de la cual su visionado no es recomendable. De tal modo que este organismo configuró las siguientes categorías de edad: “Especialmente recomendado para la infancia”, “Apto para todos los públicos, “No recomendado para menores de 7 años”, “No recomendado para menores de 12 años”, “No recomendado para menores de 16 años”, “No recomendado para menores de 18 años” y “Contenidos X”.
Un paso más en la regulación del horario infantil
Este tipo de clasificación ha reportado diferentes polémicas a la televisión de nuestro país. Una de las más sonadas fue la que causó la división del programa de Telecinco ‘Sálvame Diario’ en dos. El formato de Mediaset se vio obligado a separar sus contenidos en dos espacios –la solución que tomaron fue anunciarlos como dos programas diferentes– para adaptar sus temáticas a las exigencias de la CNMC.
La Asociación de Usuarios de la Comunicación denunció a la cadena para que modificase su clasificación del contenido o lo cambiara de franja de emisión
La Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC) había denunciado previamente a la cadena y les solicitó que calificase el formato como “no recomendado para menores de 16 años”, o, subsidiariamente, como “no recomendado para menores de 12 años” ubicándolo fuera de la franja de protección reforzada”.
En base al Código de Autorregulación que las diferentes televisiones españolas firmaron el 9 de diciembre de 2004 –Telecinco incluida–, la CNMC pidió al canal que cumpliese lo pactado alegando que no había aplicado “correctamente” los criterios de clasificación. Para ello argumentó “la presentación explícita y sin solución positiva o no criticada de graves conflictos emocionales” tales como venganza, malos tratos, problemas de identidad sexual, entre otros.
La denuncia, sumada a la exposición social que sufrió el programa, desembocó en la división del programa en una primera franja con temas más controvertidos, de 16:00 horas a las 17:00 horas, y otro con temáticas más suaves para la exposición del público infantil desde las 17:00 horas hasta el fin del programa a las 20:00 horas.
Los dos rombos, el origen
Parece que fue ayer cuando la sociedad española saltaba alarmada al ver en su televisor la presencia de uno o dos rombos en la parte superior derecha de la pantalla. Las madres tapaban los ojos de sus hijos. Era hora de ir a dormir, de jugar, de dar paso a la programación para adultos. Era momento de “los mayores de la casa”.
Esta medida se implantó durante la segunda mitad de la dictadura franquista y perduró hasta entrada la democracia. Entre 1963 y mitad de los 80, TVE implantó el código de regulación de contenidos por rombos. Uno era sinónimo de programación no recomendada para menores de 14 años. Dos, no adecuado para menores de 18.
Una vez suprimidos, TVE confió en los padres la responsabilidad de determinar qué contenidos eran precisos para sus hijos y cuáles no.
Todo cambió con la llegada de las privadas en los 90. El libre acceso a la imagen del cuerpo y los contenidos de carácter sexual –directa o indirectamente– derivaron en la implantación de un nuevo código de regulación a partir de 1996.
Esta medida, que perduró hasta 2013 –cuando se instauró el código actual– ya había perdido importancia para los telespectadores. Las restricciones de la censura que la dictadura franquista implantó en TVE pronto dejaron de tener validez con la democracia y los valores de libertad que “explotaron” en España durante los 80.
Actualmente estos rangos de clasificación se sitúan como meras valoraciones subjetivas a tener en cuenta, ya que, a fin de cuentas, la decisión última le corresponde exclusivamente al espectador.