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Forocoches y la Rebelión de las Masas
07 de octubre de 2015

¿Sacan las redes lo peor de nosotros? Más bien, el grupo

Carlos Hidalgo @carloshidalgo carlos.hidalgo@bez.es

#Sociedad red
 
Representación de los logotipos de las principales redes sociales
Representación de los logotipos de las principales redes sociales
Dado Ruvic/Reuters

Las redes sociales, como toda novedad, traen aparejada su batería de advertencias: nos pueden volver antisociales, hacen que nos concentremos menos, nos vuelven agresivos y groseros. En realidad, prejuicios y realidad se mezclan en esas advertencias. Las redes no ponen nada que no tengamos nosotros dentro

Lo que pasa no es nuevo. Internet ha tenido problemas de convivencia prácticamente desde sus inicios. Con la creación de los llamados “foros de noticias” en Usenet, en 1979, surgieron los personajes y los comportamientos que tan nuevos nos parecen hoy en día. En esos foros se acuñaron las expresiones “spam” y “trol”, se iniciaron las primeras “flame wars” y grupos organizados de usuarios -que oscilaban entre lo humorístico y lo gamberro- lanzaban acciones para cambiar el sentido de otros foros, saboteaban encuestas o promocionaban a personajes absurdos, tal y como hoy en día hacen 4Chan o ForoCoches.

¿Soy un trol, doctor?

Hace 11 años el psicólogo John Suler publicó un intento de explicar esos fenómenos que parecen tan propios de las redes, en un pequeño artículo llamado “El Efecto de Desinhibición Online”. En él describía como la concurrencia de seis percepciones psicológicas diferentes alteraban nuestro comportamiento, para bien y para mal, dentro de Internet. Todo ello ha desembocado en una “cíberpsicolgía” que, hasta cierto punto, nos quiere hacer creer que Internet ha creado nuevos comportamientos y patologías. Otros psicólogos no están de acuerdo.

“Internet y las redes sociales no han cambiado la forma de comportarse de la gente, sino que nos ha dado una nueva forma de hacerlo. Es decir, seguimos comportándonos de la misma manera, pero en un nuevo medio” -afirma Iria Reguera, psicóloga que escribe en el blog colectivo “Rasgo Latente”.

El comportamiento anormal no se debe a que el individuo esté en Internet, sino a su percepción de estar dentro de un grupo

El comportamiento anormal no se debe a que el individuo esté en Internet, sino a su percepción de estar dentro de un grupo, por lo que el comportamiento no sería diferente al que pudiéramos tener en una manifestación, un partido de fútbol e, incluso, una cena con amigos. “En ciertas redes sociales, como Twitter, el grupo tiene gran influencia” –explica Reguera- “nos desinhibimos; primero porque somos físicamente anónimos (no nos están viendo), segundo: porque al ver opiniones similares a las nuestras, vemos las nuestras reforzadas y pueden llegar a parecer las únicas correctas (polarización de los grupos) y además provoca cierta desindividualización. Ya no soy yo, como ser individual, sino parte de un grupo que tiene cierto tipo de opinión y la responsabilidad de lo que ocurra recae en el grupo y no en mí”. Así que Internet no nos impulsa necesariamente a ser “trols”, de la misma manera que asistir a un partido de fútbol no nos impulsa a quemar papeleras o a zurrar a personas que lleven ciertas bufandas. Ortega y Gasset bien podría actualizar “La Rebelión de las Masas” con lo que se puede ver estos años por las redes y algunos datos le tendrían que obligar a replantearse algunos de sus enfoques más elitistas.

Internet también es una herramienta para ser mejor persona

De hecho, hay estudios que demuestran que el anonimato en las redes nos hace socialmente más sensibles y no menos. Que las personas amistosas tienden a ser más amistosas aún en las redes y que redes como Facebook favorecen el compromiso social y el comportamiento cívico en adolescentes. Así que Internet no es que nos haga mejores, ni peores, sino que es más fácil percibir si nos estamos portando bien o mal.

Internet no ha provocado nuevos comportamientos, sino que nos ha dado otros foros donde seguir comportándonos como lo hacíamos siempre.

Iria Reguera
Psicóloga licenciada por la Universidad de Deusto, experta en psicología social y comunitaria y colaboradora en el blog especializado “Rasgo Latente”
Cómo no convertirse en trol

Es importante conocer por qué nos comportamos (y se comportan los demás) como lo hacemos. Esto nos da una herramienta para ser menos influenciados. Si yo sé que el participar en un grupo puede llevar a que me comporte de manera distinta a la que me comportaría si estuviera solo, tengo más posibilidades de frenar ese efecto. Aceptar e incluso animar a que nos corrijan, o entrar de manera constructiva y educada en conversaciones con personas diferentes a nosotros -con distintas opiniones, puntos de vista, educación, etc-. facilita la valoración de otros puntos de vista, ayuda a no sentir que la nuestra es la verdad absoluta. Ayuda a trabajar los porqués de nuestras opiniones, y a seguir aprendiendo.

 

En relación con esto, es importante también hacer un trabajo introspectivo: qué opinamos y por qué. Qué tipo de persona nos consideramos. Qué actitudes creemos válidas y congruentes para nosotros y cuáles no. Si tenemos todo esto trabajado es más fácil que seamos capaces de discutir de manera calmada, y que no nos dejemos llevar tan fácilmente por la polarización de los grupos, o por el efecto desindividualizador que pueden llegar a tener. Esto es válido no sólo para nuestra presencia en las redes sociales, sino en cualquier tipo de situación social.

 

En toda situación social en la que nos encontremos, adoptamos un rol, e internet no es una excepción. Y entre los roles que se adoptan en la red se encuentra el del temido trol. Es perfectamente posible no aceptar ese rol.

 

 
 

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