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El problema se presenta esencialmente en la exhibición
05 de febrero de 2016

El reto digital del cine español

La vida del cine español se puede resumir en treinta años de Premios Goya, ciento veinte años de existencia y un reto por delante ineludible: el nuevo escenario digital. 

Emilio C. García Fernández

Crítico e historiador cinematográfico. Es catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad en la Universidad Complutense. 

 
#Cultura
#Artes
 
Luis Tosar en "Mientras duermes"
Luis Tosar en "Mientras duermes"
EP

La radiografía de la industria cinematográfica española ofrece cíclicamente la misma imagen: una necesidad evidente de reflexión sobre qué construir en presente para existir en el futuro inmediato. El paisaje es reconocible, los trazos creativos también y quienes deben impulsar esa reforma son los que son.

 
 
 
 
No ha podido o sabido asumir aún la transformación tecnológica que le rodea

La investigación Marca e identidad del cine español. Proyección nacional e internacional entre 1980 y 2014 aporta abundante información sobre lo acontecido durante las últimas décadas en España. El cine, nuestro querido cine español, ha flirteado con la suerte, ignorado en buena medida la realidad social, ha evitado afrontar los problemas estructurales que viene arrastrando y, especialmente, no ha podido o sabido asumir aún la transformación tecnológica que le rodea y que está trazada por su propio público, el espectador español e internacional.

Llevamos mucho tiempo diciendo en numerosos textos que enterrar la cabeza como el avestruz no es la mejor estrategia para alcanzar soluciones. Tampoco lo es negar la evidencia desde púlpitos profesionales, ni alimentar los conflictos del sector, ni aludir a la falta de recursos imaginativos o tratar a toda costa de evitar perder las ayudas oficiales que tan acomodado ha tenido a un puñado de privilegiados. 

Cine español en el ámbito digital

Para valorar la situación del cine español en el ámbito digital, siendo conscientes del vacío que se ha creado en este terreno, debemos abordar tres cuestiones fundamentales.

La primera tiene que ver con la (des)información y transparencia. En las últimas décadas, en las que todo fue exigencia, crítica y manifiesta contradicción con las acciones públicas, el sector no ha aceptado que la dependencia económica (ICAA, TVE, autonómicas, ayuntamientos, etc.) obliga a proporcionar información concreta sobre aquello que afecta al ciudadano. No se trata de que exista un entendimiento entre Estado e Industria, sino más bien que tal relación se dé a conocer adecuadamente. Las webs institucionales y empresariales han vivido de espaldas al ciudadano, cuidando su privacidad, demostrando hasta la fecha la gran opacidad que ha existido en el sector. Como es de esperar, la Ley de Transparencia todavía no se ha trasladado al cine.

Otra cuestión tiene que ver con la promoción y publicidad que se hace de las películas, no sólo en las páginas institucionales afectadas, también en las privadas, en todas aquellas webs que pertenecen a productoras, entidades de gestión, asociaciones y grupos que participan activamente en la industria. Los resultados de los análisis realizados en este sentido son muy pobres. Si tenemos en cuenta el desarrollo que se ha producido en el sector online, se precia un desinterés intencionado por parte de los protagonistas empresariales por no dar demasiada información que le pueda generar inconvenientes en su dinámica de negocio.

La tercera vía se plantea en la ventana comercial que surge con el desarrollo del negocio online. Es evidente que la oferta ha mejorado en cantidad en estos últimos años en algunas de la plataformas existentes, pero no para convencer al público mayoritario. La reflexión tiene que centrarse en la variedad de contenidos, en la calidad de los mismos y en un coste adecuado. Comprobar que según en qué plataforma la misma película tiene distinto precio es algo que sorprende al usuario habitual quien, con buen criterio, buscará la mejor oferta. Mientras que los sectores implicados en el negocio del cine no actúen para que las producciones lleguen al ámbito online inmediatamente y en las mejores condiciones, a costes razonables, difícilmente podrán hablar de entender un nuevo escenario ni de querer ver la realidad en la que se mueven.

Cine español en la Red

 
 
 
 
Hoy el online es el espacio más adecuado para un negocio de contenidos audiovisuales

Está claro que el lobby industrial es el que decide qué hacer, cómo y cuándo. Pero mientras piensa en abrir el nuevo camino otros están llegando más rápido y los espacios disponibles se van ocupando. El problema se presenta esencialmente en la exhibición, que ha de asimilar que los tiempos son otros y que la demanda de ocio está en otras ventanas y soportes. Hoy el online es el espacio más adecuado para un negocio de contenidos audiovisuales. Es decir, las distribuidoras, las productoras y los creadores que no estén en este territorio, dejarán de existir; tan claro como el agua. Básicamente, estamos hablando de producción y difusión, de generación de contenidos en los que participan los propios ciudadanos que son, en definitiva, quienes organizan su programación al margen de la que ofrecen las estructuras mediáticas consolidadas.

La creatividad y la imaginación no son exigencias exclusivas del autor, guionista o director, sino una demanda para medios, empresarios y distribuidores. El negocio está abierto a múltiples opciones e intereses y no se pueden desaprovechar las puertas que ofrecen para que el ciudadano -receptor, cliente, audiencia- tenga la posibilidad de elegir aquel contenido que le pueda interesar.

 
 
 
 
La recepción del cine español es importante y se manifiesta en que no hay rincón del planeta al que no llegue una película de producción nacional

Algo que tiene que asumir ya la industria cinematográfica española es que su espectador no está en la sala, que también, sino -y especialmente- en la Red. En este sentido debemos destacar la proyección que tiene el cine español en el mundo. Cuando se analizan las innumerables acciones arropadas desde diversos ámbitos gubernamentales, uno se sorprende de la larga lista de iniciativas que se llevan a cabo en todo el mundo cada año. La recepción del cine español es importante y se manifiesta en que no hay rincón del planeta al que no llegue una película de producción nacional. Si hay interés internacional, si hay posibilidades de que además de un festival el público pueda seguir viendo cine español a través de las plataformas existentes, el esfuerzo empresarial hay que dirigirlo hacia ese nuevo mercado que está expectante y demanda novedad permanentemente.

El cine español tiene por delante un gran reto: sumergirse en la Red, proponer contenidos como reclamo digital para un público muy diverso e interesado en lo que se hace en España. Todo depende de la industria y sus empresas, si quieren conquistar este mercado han de dar un paso en firme, serio y coherente. No se puede seguir mirando hacia otra parte.

 

 

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