Pese a todo, la aventura de celebrar los Juegos por primera vez en Sudamérica no ha resultado el desastroso caos que anunciaban los malos augurios.
“Las Olimpiadas han sorprendido. Los extranjeros temían la violencia, la desorganización, el zika; los brasileños tenían miedo de pasar vergüenza ante un gran fiasco”, admite Míriam Leitão, una de las periodistas más influyentes del país. “Pero los problemas han sido superados por el lado positivo de los Juegos”, opina la columnista de O Globo. “Lo que ha aparecido ha sido la innegable belleza de Río, su centro remodelado, la calidad de los estadios para todo tipo de deportes, el tono elegante y sofisticado de la ceremonia de apertura...”.
La fiesta de inauguración marcó un antes y un después en el ambiente local. Si en los meses previos la población se dividía entre el espíritu crítico y una cierta indiferencia, el espectáculo en Maracanã sirvió para levantar el ánimo
La fiesta de inauguración marcó un antes y un después en el ambiente local. Si en los meses previos la población se dividía entre el espíritu crítico y una cierta indiferencia, el espectáculo del 5 de agosto en el estadio de Maracanã sirvió para levantar el ánimo hasta entonces decaído. Con el listón tan bajo y un clima de crisis nacional sin precedentes, el simbólico pitido inicial de los Juegos sirvió como una inyección de orgullo para los cariocas y para los brasileños en general.
Las redes sociales se llenaron aquella noche de comentarios elogiosos. “Una ceremonia muy bonita. Incluso con todas las dificultades, el pueblo ha demostrado que tiene garra. Después de tantos robos [por los escándalos de corrupción] nos merecíamos esta fiesta”, aplaudió Vivian, psicóloga carioca. “¿Tenemos problemas? ¡Sí! ¿Podemos mejorar? ¡Sí! ¿Ha estado bien la ceremonia? ¡Mucho! ¿Estoy orgullosa de ser brasileña? ¡Muuucho, siempre!”, coincidió Vanessa, una abogada de Fortaleza que ahora reside en España.
La de Maracaná fue una apertura más modesta, y considerablemente más barata, que sus predecesoras de Pekín 2008 y Londres 2012. Ante las complicaciones financieras, los organizadores se apretaron el cinturón y evitaron excesos en un país plagado de desigualdades sociales. Una manera de “demostrar que hacer los Juegos con sencillez también funciona”, en palabras de Joaquim Monteiro, presidente de la Empresa Olímpica Municipal.
A lo largo de los días siguientes y durante dos largas semanas, las imágenes de Río de Janeiro exhibidas en televisiones alrededor del mundo y desde todos los ángulos, con sus playas y sus lagunas, sus bosques y sus montañas, también contribuyeron a estimular el orgullo de los cariocas por su Cidade Maravilhosa.
Los turistas quieren repetir
Michel Temer, el presidente interino y abucheado en la inauguración, se refirió el pasado jueves a ese cambio de ánimo. “Confieso que en las primeras reuniones en que participé [tras asumir el poder en mayo] había gran preocupación con los temas fundamentales de los Juegos Olímpicos, como la seguridad, la organización y la tranquilidad institucional”, reconoció tras un encuentro con sus ministros en la sede olímpica. “Pero lo que hemos visto desde el momento de la apertura, en aquel espectáculo maravilloso, ha sido una tranquilidad absoluta en Río de Janeiro, con un número inmenso de turistas que andaban tranquilamente por las calles y participaban activamente en los Juegos”, dijo.
La inmensa mayoría de visitantes (83%) declara que el viaje ha superado sus expectativas y un 87% manifiesta su intención de volver a Río, según una encuesta divulgada por el Ministerio de Turismo
El balance de los visitantes extranjeros parece positivo. Según una encuesta divulgada por el Ministerio de Turismo, la inmensa mayoría (83%) declara que el viaje ha superado sus expectativas y un porcentaje similar (87%) manifiesta su intención de volver a Río. Frente a los pronósticos más negativos, tanto el transporte como la seguridad han superado la prueba, con una valoración favorable del 86% y 88% del público internacional, respectivamente.
Incluso el episodio del increíble atraco a punta de pistola a un grupo de nadadores estadounidenses acabó dando un giro inesperado y favoreciendo a los anfitriones. Tras una noche de fiesta y una agitada resaca, el campeón Ryan Lochte y sus tres compañeros tuvieron que pedir disculpas por haberse inventado la historia y con su rectificación pública ayudaron, de forma simbólica, a limpiar la imagen ya bastante ensuciada de Río.
Los problemas siguen
Que los cuatro deportistas mintieran no significa que esta ciudad de seis millones de habitantes se haya librado de su endémica violencia durante los JJOO. Del 5 al 21 de agosto se han sucedido incontables incidentes con armas de fuego, como los hubo antes y los seguirá habiendo después. El que suscitó más atención mediática fue la muerte a tiros de un soldado de la Fuerza Nacional tras adentrarse por error en una de las decenas de favelas donde los narcotraficantes aún campan a sus anchas.
En resumen, una vez pasada la euforia olímpica, Río seguirá siendo Río: una ciudad deslumbrante para los turistas y para quienes tienen el privilegio de vivir en sus barrios más ricos y seguros, y un lugar bastante más injusto para aquellos que sufren la constante amenaza de robos o tiroteos, o tienen que soportar dos o tres horas exprimidos en autobuses abarrotados para ir a trabajar. Y otras dos o tres para volver, un día tras otro.
Del 5 al 21 de agosto se han sucedido incontables incidentes con armas de fuego, como los hubo antes y los seguirá habiendo después. El más grave fue la muerte a tiros de un soldado que se adentró por error en una de las favelas donde los narcos campan a sus anchas
Tampoco estos Juegos pueden considerarse una especie de solución mágica para poner fin a la gigantesca crisis y los numerosos problemas que afectan al mayor país de América Latina. Salvo una impensable remontada, el Producto Interior Bruto (PIB) caerá en 2016 alrededor del 3% por segundo año consecutivo y el desempleo seguirá subiendo por encima del 11%, más del doble que en la época dorada del “boom” de las materias primas.
“La prensa global destaca artículos sobre la belleza y la alegría que marcan Brasil, pero esa poderosa lente de aumento también exhibe en detalle nuestras penurias socioeconómicas, la incapacidad de mejorar el medio ambiente y la disfuncionalidad de nuestra política”, explica el economista y diplomático Marcos Troyjo en su columna en el periódico Folha de S. Paulo. “Más allá de las competiciones deportivas, la imagen que quedará de Brasil es la de un país de contrastes”, dice.
Con todo, el Comité Olímpico Internacional (COI) no se arrepiente –al menos públicamente– de la experiencia. Para su presidente, Thomas Bach, estos Juegos “tan icónicos” han servido para probar que “es posible realizarlos no sólo en los países que están en lo más alto de la lista del PIB”. Tanto que, en la víspera de la ceremonia de clausura, se atrevió a asegurar: “Yo los haría aquí de nuevo”.