Hoy basta con una permanente autobiografía en las redes sociales. Y tal vez, debamos aprovechar nuestro descanso para reflexionar sobre ello.
Nuestra información fluye ubicua por las redes. Relaciones laborales, administración, consumo eléctrico, de agua o teléfono, la parada del bus, el uso de electrodomésticos… Todo genera un considerable volumen de información de la mano de la llamada Internet de las cosas. Nuestra sociedad como conjunto y cada uno como individuo es susceptible de indexación. Y en el contexto de las tecnologías de la información lo que nos define sin ninguna sin ningún lugar a dudas son nuestros datos.
Y, sin embargo, parece que nos interesa nuestra privacidad. Lo confirmaría la compulsiva descarga de aplicaciones móviles o el registro en todo tipo de servicios de Internet aceptando los términos y condiciones legales sin leerlas. Para disfrutar de un videojuego, permitimos que un perfecto desconocido cuya confiabilidad no se ha verificado acceda a nuestra geolocalización, a la agenda telefónica, o a ciertas informaciones sobre qué hacemos con nuestro Smartphone. Esto debería hacernos pensar sobre nuestra privacidad.
Nuestros datos nos definen
La percepción de nuestra personalidad o nuestra valoración social ha cambiado de modo harto significativo. La biografía como sucesión ordenada de eventos que definen nuestra personalidad ha pasado a ser sustituida por los 20 primeros resultados en el buscador más conocido. Nuestra identidad digital viene definida por informaciones que escapan a nuestro control o que pueden responder a una decisión inconsciente derivada del desconocimiento de Internet. Una opinión en una red social, fotografías compartidas con terceros o facilitar acceso a nuestro espacio en red a ese cualquiera al que llamamos “amigo”, inciden en nuestra vida.
Pero no se trata sólo de nuestra biografía social, necesitamos asegurar que nuestro perfil informativo sea adecuado, veraz, cierto y preciso en la relación con el Estado, en el trabajo o en nuestra vida personal. Cada vez con mayor frecuencia quiénes somos, qué hacemos, o lo que esperamos y deseamos depende de que esos datos sean veraces y puestos al día.
Usted no es quien cree ser, usted ni siquiera es quien dice ser, usted es quien sus datos dicen que es
Usted no es quien cree ser, usted ni siquiera es quien dice ser, usted es quien sus datos dicen que es y es altamente probable que su significado acabe siendo establecida a través de un proceso de análisis matemático automatizado que le atribuye un valor, un perfil, un significado concreto. Ese proceso va a servir para decidir si va a tener trabajo, si va a acceder a una subvención o ayuda social, si es confiable y dispondrá de crédito, o si se convierte en un exiliado económico sin ninguna capacidad de compra o negociación en el mercado. Y todo eso depende de sus datos.
Por seguridad
En este momento del año se siente la tentación de gritar a los cuatro vientos ese viaje soñado para ser protagonistas de una historia. Pero también puede afectar a la seguridad de nuestras propiedades. Podría ocurrir que, al regreso, usted cuente con un exitoso muro en la red social y un domicilio vacío. Del mismo modo, las relaciones en Internet suelen ser utilizadas por determinado tipo de acosadores como punto de partida para la comisión de delitos. En cualquier caso, no se trata tanto de mantener una relación enfermiza con Internet como de aplicar aquel viejo cuento de las cabritillas y el lobo, y actuar del mismo mundo modo que en el mundo físico donde no se le abre la puerta a cualquiera.
Por sus hijos e hijas, por nuestros niños y niñas
En más de una ocasión se ha puesto de relieve la importancia de la protección de nuestra infancia en Internet. Es tiempo de fotografías y graciosos vídeos de niñas y niños encantadores haciendo castillos de arena en la playa. Son momentos enternecedores que dejarán recuerdos inolvidables. Y, para muchos, el de una fiebre compulsiva por compartir imágenes. Y con ello estamos configurando una identidad digital de ese niño o niña que puede definir cómo será percibido en el presente y también en el futuro. Y además, como se decía en el párrafo anterior, que puede poner en peligro su propia seguridad. Es fundamental tener en cuenta el conjunto de reglas y consejos básicos que deben guiar nuestra actuación en Internet cuando compartimos imágenes e información de nuestros menores.
Por su trabajo
Ya no sorprende leer noticias sobre despidos a partir de pruebas obtenidas en una red social. Se ha debatido con enorme intensidad sobre si un trabajador debería permitir a su empleador el acceso a sus redes sociales. El comportamiento social de un individuo es cada vez más relevante en la toma de decisiones en procesos de selección. Los datos en Internet podrían llegar a sustituir aquello que diga un currículum profesional ya que mostrarían información no susceptible de ser manipulada por el candidato. Permitiría conocer su personalidad real, sus capacidades, en qué piensa.
Las herramientas de geolocalización, la monitorización de los medios de producción o de redes sociales están al servicio de estrategias o intereses empresariales
Por otra parte, se multiplican las tecnologías de control empresarial de un trabajador. Las herramientas de geolocalización, la monitorización de los medios de producción o de redes sociales están al servicio de estrategias o intereses empresariales. Por tanto, nuestros datos en Internet ofrecen un nuevo escenario en el que la privacidad es tenida en cuenta para la adopción de decisiones de naturaleza empresarial, económica o laboral y en el que lo público, lo personal, lo profesional y lo privado se entremezclan en un territorio de fronteras difusas que define un nuevo escenario de relaciones.
Porque usted es el negocio
Una idea recurrente afirma que cuando algo es gratis en Internet el negocio eres tú. Sin duda, existe un mercado de la privacidad. En ese mercado las transacciones no son monetarias. Usted va a recibir un conjunto de servicios de carácter gratuito a cambio de su registro obligatorio. Se siente un agradecido con una organización solidaria que le provee gratuitamente de un espacio de felicidad.
Usted es objeto de una transacción, de un negocio, en el que los servicios que va a recibir se pagan con sus datos, con su privacidad
No es así, estas no son las reglas. Usted es objeto de una transacción, de un negocio, en el que los servicios que va a recibir se pagan con sus datos, con su privacidad. En su registro paga con datos reales, ya que el modelo de interacción hace que esté interesado en operar en la red de modo claramente identificable: cuando nació, donde estudió, dónde trabajó, qué le gusta. Y toda esa información directa es objeto de explotación. Pero el modelo de negocio es más complejo. Se trata de establecer un mapa relaciones en el universo de la propia red social. ¿Tiene usted muchos o pocos amigos?, ¿qué le gusta?, ¿qué les gusta los que son como usted? Explotar esa información permite estudiar el mercado, ofrece datos relevantes. Por ello, es urgente que los usuarios de servicios gratuitos en Internet a cambio de explotar nuestra privacidad seamos conscientes de cuál es nuestro valor de mercado y aprendamos no sólo a actuar como agradecidos beneficiarios de una donación sin ánimo de lucro, sino como consumidores que cada día con cada clic, pagamos por los servicios que recibimos.
Por su libertad
Reflexionando sobre el conjunto de escenarios que acabamos de identificar debemos entender que ahora más que nunca la información es poder. Aquellos que sean capaces de llegar a lo más íntimo de nuestra personalidad, de monitorizar que está ocurriendo en las redes en tiempo real, de influir en las preferencias sociales hasta el punto de falsificarlas, serán capaces de controlar nuestra sociedad. El Estado, como el caso Snowden ha demostrado una capacidad enorme de monitorización. Pero no solo es el Estado, viene un mundo de profiling, de anuncios personalizados, de fórmulas de control social públicas y privadas. Garantizar la privacidad, y ser conscientes individual y colectivamente de su valor en Internet es el único medio para asegurar una sociedad libre, donde la autodeterminación individual se encuentre garantizada y en el que podamos decir en libertad sin influencias de controles externos.
No se borre de Internet. Pero tome decisiones respecto del manejo de sus datos basadas en el conocimiento
No se trata amigo lector de que tras el consumo este artículo se convierta usted en un enfermizo ermitaño. No se borre de Internet. Pero tome decisiones respecto del manejo de sus datos basadas en el conocimiento. Instalar una aplicación móvil o usar una red social le exige ser consciente del medio, de sus condiciones, de la utilidad que pueda obtener, y de las reglas del juego. Obtenga el mayor beneficio sacrificando el menor porcentaje de privacidad y sea capaz de renunciar cuando no le convenga. Sea protagonista de su propia historia. Sus datos son importantes, debería preocuparle su privacidad, y un manejo adecuado de su información le abre todo un mundo de posibilidades.