"El envejecimiento de la estructura poblacional se debe en España a muchas décadas de bajos niveles de fecundidad, por debajo del nivel de reemplazo generacional", explica a bez.es Jesús Sánchez Barricarte, profesor titular de Demografía en la Universidad Carlos III de Madrid. El nivel de reemplazo generacional de referencia (el que asegura que el número de población no decrezca) es de 2,1 hijos por mujer. En España, esa relación ha sido de 1,32 en 2014. La última vez que España estuvo por encima del nivel de reemplazo fue en 1981 (2,13).
Además de tener pocos hijos, los españoles viven cada vez más, lo que aumenta el peso proporcional de personas de mayor edad en la sociedad
Pero además de tener pocos hijos, los españoles viven cada vez más. "Esto infla el peso proporcional de personas de mayor edad en la sociedad", agrega Sánchez Barricarte. Se estima que en 2050, el 39% de los españoles tendrá más de 60 años. Los mayores de 80 años casi se triplicarían y los centenarios se multiplicarían casi por diez.
"Por el desarrollo del país, los españoles ya no dependen de los hijos como un mecanismo de protección ante posibles eventualidades, ya que muchos tienen medios para sobrevivir. Y si no tienen, al menos hoy un adulto anciano que caiga enfermo o no pueda trabajar, no muere de hambre, porque hay políticas de protección que satisfacen sus demandas básicas", añade Sánchez Barricarte. Es decir que la particular configuración del Estado de Bienestar en España -más orientado a proteger a los adultos de más edad, con pensiones, atención sanitaria...- que a los jóvenes, no ayuda a los mayores del futuro.
Según el investigador, las políticas de protección a los mayores tienen un efecto rebote en contra de los mismos mayores, pero en el futuro. Hacen falta más ayudas de acceso a la vivienda, conciliación, guarderías, desgravaciones fiscales, entre otras. "El problema no es el Estado de Bienestar, es el diseño de este Estado", enfatiza.
“En muchos países en vías de desarrollo que no cuentan con estas políticas de protección, la gente confía en los hijos, porque no va a recibir ayudas del Estado”, remarca Sánchez Barricarte.
Si tenemos en cuenta aquellos países de la UE en donde han nacido más de 100.000 personas en 2014, España es el penúltimo Estado miembro, por detrás de Polonia, en índice de fecundidad. Es más, según los últimos datos disponibles de Eurostat (de marzo de 2014), la menor tasa de fecundidad de la UE se registró en la región del noroeste de España -Principado de Asturias-. Cuatro regiones comunicaron una tasa de fecundidad inferior a 1,10 en 2012. Tres de ellas eran regiones españolas. Se trata del Principado de Asturias (con una media de 1,06 nacidos vivos por mujer; la más baja de la UE), Galicia (1,09) y Canarias (1,07). La región restante era Madeira, Portugal, con un 1,08. La única región española que supera o alcanza el nivel de reemplazo generacional es la ciudad de Melilla, que marcó 2,7 en 2014.
La mayor esperanza de vida (en el momento de nacer) en las regiones de la UE se registró en la Comunidad de Madrid, con 84,2 años (en 2012), frente a la esperanza de vida media en la UE28 al nacer que era de 80,3 años. Todas las regionesde España registraron una esperanza de vida por encima de dicha media; la media de España fue de 82,5 años, la más alta de los Estados miembros de la UE.
La paradoja del Estado de Bienestar
En el corto plazo, tener menos hijos puede ser beneficioso desde el punto de vista económico. Sin embargo, en el medio-largo plazo ocurrirá lo inevitable: no va a haber suficientes trabajadores para contribuir con sus cotizaciones a mantener el actual Estado de Bienestar. Por eso se está hablando ya de que las pensiones en el futuro serán asistenciales y cubrirán cosas muy básicas. Es más, con la crisis se ha comenzado a andar ese camino, sostiene Sánchez Barricarte.
Si este problema no se ha manifestado ya con más fuerza ha sido gracias al flujo migratorio que España ha recibido en los últimos 10-15 años
"Si este problema no se ha manifestado ya con más fuerza ha sido gracias al importante flujo migratorio que España ha recibido en los últimos 10-15 años, que ha permitido suavizar el impacto negativo del descenso de la fecundidad", argumenta.
“No tuvimos niños, pero los importamos crecidos ya. Jóvenes procedentes del extranjero, lo que tuvo consecuencias muy positivas para España, que no ha invertido de manera directa en la formación de ese recurso humano. No se han sufragado los gastos de educación, alimentación, cuidados de esta gente joven que ha venido. Además, normalmente han trabajado en puestos en los que los nativos no querían. De esta manera han ayudado a que muchas pequeñas empresas puedan subsistir gracias a tener esta mano de obra que no se encontraba en España”, dice Sánchez. Con la crisis llegó el incremento de la tasa de desempleo y una gran cantidad de españoles nativos se han visto forzados a asumir puestos de trabajo para los que están sobrepreparados y se han tenido que adaptar. “Pero incluso en crisis hay determinados nichos que, si no fuera por los inmigrantes, se habrían quedado sin cubrir, como puestos en limpieza, cuidado de ancianos, porterías, etc”, explica.
Como ejemplo,menciona el sector del campo en Andalucía: “Con el paro elevado que tiene tradicionalmente Andalucía, hay sectores económicos cuyos trabajos son desempeñados principalmente por extranjeros, como sucede con los trabajadores de los invernaderos de El Ejido (Almería)”.
Ayudas transversales también apoyan la natalidad: dependencia, vivienda, conciliación
Atrás quedó la época del 'cheque bebé' de 2.500 euros por nacimiento, establecido en 2007 por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y derogado en 2011. Actualmente, los cheques bebés sólo se pagan en el caso del nacimiento de gemelos (2.565 euros), trillizos (5.131,20) o cuatro hijos a la vez o más (7.696,80). Ayudas que representan un gasto insignificante para las arcas estatales debido a las bajas tasas de nacimientos múltiples. Existe también un pago único de 1.000 euros por parte de la Seguridad Social para nacimientos en el seno de una familia numerosa o una monoparental, y también si uno de los padres tiene una discapacidad superior al 65%. También existe una deducción de 1.200 euros por cada hijo menor de tres años en el IRPF para familias que han tenido un hijo.
Las políticas sociales que más ayudan a la natalidad son las constantes y transversales, no pueden ser un parche de un momento determinado
Sin embargo, otro tipo de ayudas también servirían para estimular la natalidad en España, como ayudas a la vivienda o medidas para estimular la concialiación laboral y familiar. "Las políticas sociales que más ayudan a la natalidad son las constantes y transversales, no pueden ser un parche de un momento determinado", comenta a bez.es Celia Fernández Carro, doctora en Demografía y profesora de la UNED.
"Es evidente que las políticas españolas de fomento de la natalidad están fallando. Y me atrevería a decir que, más que las ayudas directas en forma de 'cheques', serían más importantes políticas de conciliación, ya que las mujeres al incorporarse al mercado laboral y no poder compaginar trabajo y maternidad deciden tener menos niños", discurre Fernández Carro. Este sostiene que deberían fomentarse en España políticas de estímulo para que los hombres participen en el cuidado de los hijos, la extensión de las baja por nacimiento y de la jornada reducida, las penalizaciones a empresas que despidan a mujeres embarazadas y mejorar las ayudas a la dependencia, entre otras.
El desempleo, una losa para la natalidad
España es el segundo país de la Unión Europea con más desempleo, con una tasa del 21,2%, que se duplica para los menores de 26 años. En 2013, un estudio del Instituto Max Planck sobre un periodo de diez años señalaba que la crisis hizo descender la tasa de natalidad en todo el bloque y, especialmente en España. Según los cálculos de los expertos del instituto, un incremento de un 1% en la tasa de desempleo equivale a un descenso del 0,1% de la tasa de natalidad en el cómputo global europeo, porcentaje que sube a un 0,3%, en los países del sur.
Además, el deterioro de la situación económica repercute más en la infancia que en la vejez. En un estudio publicado en 2013 basado en datos de Instituto Nacional de Estadística (INE), Unicef alertaba de que en España el riesgo de pobreza por edad era mayor para los menores de 16 años (un 26,5%) que en los mayores de 65 años (un 21,7%).
En España hubo una leve recuperación de la tasa de natalidad a partir del suelo tocado en 1996 y 1998 (1,16) hasta alcanzar el 1,47 en 2008. El siguiente año, bajó de nuevo al 1,40, para llegar al 1,32 actual.