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El veterano Temer asumió el poder el 12 de mayo
26 de mayo de 2016

Dos semanas de Gobierno Temer en Brasil: los mercados respiran, las protestas continúan

Luis Tejero @LuisTejero bez@bez.es

#Internacional
#Brasil
 
Protestas contra el gobierno de Temer
Protestas contra el gobierno de Temer
REUTERS/Ueslei Marcelino

Brasil vive días de transición, incertidumbre y alboroto. Dos semanas después de la salida de Dilma Rousseff de la presidencia, el Gobierno interino de Michel Temer da sus primeros pasos algo titubeantes en medio de una crisis política, económica y social cuyo final todavía parece lejano.

El veterano Temer asumió el poder el 12 de mayo después de que el Senado votara a favor de abrir un juicio político contra Dilma por un supuesto crimen de responsabilidad fiscal. El veredicto final se espera entre septiembre y noviembre, si bien el proceso podría acelerarse para evitar que en la apertura de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, el 5 de agosto, el país tenga dos presidentes: una apartada, pero aún no destituida, y otro en funciones, aunque tampoco definitivo.

 
 
 
 
El proceso contra Rousseff podría acelerarse para evitar una apertura de los Juegos Olímpicos con dos presidentes

En ese periodo de transición, cada uno desempeña su papel. Mientras ella sigue clamando contra lo que considera un “golpe” para arrebatarle el mandato ganado en las urnas en 2014, su sucesor y antiguo vicepresidente gobierna con plenos poderes al frente una nueva coalición gubernamental de tendencias liberales y conservadoras.

Con más experiencia legislativa que ejecutiva, Temer (75 años) tiene a su favor, al menos inicialmente, el beneplácito de los mercados financieros y el respaldo de una amplia mayoría del Congreso Nacional. Para asegurarse cierta estabilidad parlamentaria, el nuevo gobernante ha incluido a ministros -todos hombres- de una decena de formaciones políticas además de la suya, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).

Ambiente caldeado

Fuera del Parlamento y del empresariado, ese apoyo está mucho menos claro. Por un lado, es verdad que el discurso del “golpe” no termina de calar en la mayoría de la sociedad. Según un sondeo divulgado en abril por un sindicato próximo al Partido de los Trabajadores (PT) de Dilma Rousseff y Lula da Silva, sólo el 36% de los brasileños rechaza el juicio a la presidenta como “un acto antidemocrático”, frente al 52% que piensa que “no es un golpe”.

 
 
 
 
Más de la mitad de los brasileños respaldan el proceso abierto contra Dilma Rousseff

Pero un tercio de la población ya es mucho en un país con más de 200 millones de habitantes, y los derrotados en el proceso de impugnación (o impeachment) no parecen dispuestos a aceptar el resultado de brazos cruzados. Si la recta final del anterior mandato estuvo marcada por marchas multitudinarias organizadas por grupos de derecha, la nueva gestión también se ha enfrentado a protestas desde el primer día. En lugar de “¡Fuera, Dilma!”, ahora los manifestantes de izquierda exigen “¡Fuera, Temer!”.

El propio presidente en funciones fue recibido esta semana en el Congreso entre gritos de “golpista” y “traidor de la República” por parte de la nueva oposición del PT, y últimamente hasta en los estadios de fútbol pueden verse pancartas con juegos de palabras como “Temer jamás”.

Primera crisis de Gobierno

A la espera de que las próximas encuestas midan cuál es el porcentaje de aprobación de Temer -previsiblemente tan impopular como su predecesora-, estas dos semanas ya han servido para poner a prueba su fama de habilidoso negociador entre bastidores.

 
 
 
 
Las sospechas de corrupción ya se han llevado por delante a uno de los ministros de Temer

Este mismo lunes, una grabación comprometedora sobre corrupción se llevó por delante a uno de los ministros del núcleo duro de Temer. En el diálogo, ocurrido en marzo, Romero Jucá (PMDB) presentaba el impeachment de Dilma como un “pacto” para “frenar la sangría” que el escándalo de Petrobras estaba causando entre la clase política. Horas después de la publicación de la transcripción en el periódico Folha de S. Paulo, Jucá anunció que renunciaba al Ministerio de Planificación para retomar su mandato como senador.

“Al nombrar a políticos investigados, Temer asumió el riesgo de ver su Gobierno afectado por las nuevas fases y delaciones de la Operación Lava Jato”, explica el politólogo Juliano Griebeler, en referencia al escándalo de desvío de dinero en la semiestatal Petrobras. “Pero la destitución de uno de sus principales aliados muestra que no tolerará deslices”, añade el especialista en relaciones gubernamentales de la empresa de consultoría Barral M Jorge en Brasilia.

Golpe en la mesa

Para Griebeler, el sucesor de Dilma “ha sido rápido en dar respuesta” a los primeros “conflictos” surgidos en su Ejecutivo, “sin dejar que perduren y adquieran mayores proporciones”. Así ocurrió con su decisión inicial de eliminar el Ministerio de Cultura, una idea que fue revertida en cuestión de días ante las quejas de artistas influyentes como los cantantes Caetano Veloso y Gilberto Gil o el actor Wagner Moura, protagonista de la serie Narcos.

El presidente en funciones abordó la cuestión este martes, durante un discurso en el Palacio de Planalto ante los portavoces parlamentarios. “La gente se ha acostumbrado a que quien está en el Gobierno no puede dar marcha atrás. He oído: ‘Temer está muy frágil, pobrecito, no sabe gobernar’. ¡Palabrería!”, dijo, dando un golpe en la mesa. “Fui secretario de Seguridad dos veces en São Paulo y trataba con bandidos. Así que sé lo que hacer en un Gobierno y sabré cómo conducirlo [...] Intentaré no equivocarme, pero si lo hago, lo arreglaré”, prometió.

Ajuste de cuentas

En el área económica, Temer ha dejado la misión de superar la crisis en manos de Henrique Meirelles, quien ya presidió el Banco Central durante los ocho años de la era Lula (2003-10). El nuevo ministro de Hacienda pretende llevar a cabo el ajuste fiscal que Dilma dejó a medias, aunque todavía es una incógnita si el Congreso dará luz verde a medidas impopulares ante la proximidad de las elecciones municipales de octubre.

 
 
 
 
El ajuste fiscal previsto incluye varias medidas impopulares

“La decisión de no presentar por el momento un aumento de impuestos se debe a la inestabilidad de la base de apoyo al Gobierno interino. Primero debe mostrar que está recortando gastos y buscando alternativas a medio y largo plazo para la recuperación económica”, explica Griebeler desde Brasilia.

“Aun así, Temer y Meirelles necesitan tiempo para presentar resultados”, reconoce el consultor político. Y advierte: “La fuerza real de este Gobierno será examinada cuando se propongan medidas impopulares como la reforma de las pensiones, la vuelta de la CPMF [impuesto sobre transacciones financieras] y/o el fin de la vinculación de los beneficios sociales al salario mínimo. En ese momento pueden surgir nuevos conflictos”.

 

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