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Los expertos esperan cambios significativos a partir de 2050
17 de marzo de 2016

Robotización: perspectivas dramáticas, alarma inútil

Alfred Pfaller

#Economía
#Mercado
 
Fábrica de automóviles

Muchos de nuestros puestos de trabajo serán desempeñados por robots en un futuro inmediato. ¿Oportunidad o amenaza para el mercado laboral humano? Las predicciones hablan tanto de masas de desempleados como del nacimiento de trabajos exclusivos para el hombre.

Las máquinas ya no solo sustituyen al hombre en trabajos físicos, sino que se ocupan de tareas intelectuales, planifican y disponen. En muchos casos, ya son los aparatos los que dan órdenes a las personas.

De acuerdo a los pronósticos de Moshe Vardi, director del Instituto Tecnológico Ken Kennedy, en 2050 el 50% de los puestos de trabajo del mundo estará ocupado por robots, lo que a su juicio arroja la negra predicción de un futuro inmediato invadido de masas de parados.

No sabemos cuáles ni cuántos puestos de trabajo humanos desaparecerán con la incorporación plena de los robots al mercado laboral, pero tenemos abundantes evidencias de la creciente capacidad productiva de la informática conectada a máquinas cada vez más eficaces (ver por ejemplo la famosa obra de Erik McAfee The Second Machine Age).

 
 
 
 
La destrucción de puestos de trabajo en el pasado reciente puede hacer intuir una dinámica parecida en cuanto al desempleo de mano de obra

La destrucción de puestos de trabajo en el pasado reciente puede hacer intuir una dinámica parecida en cuanto al desempleo creciente de la mano (y de los cerebros) de obra. Pero yo diría que no será así, y voy a explicar el porqué. Existe una amenaza significativa de desempleo en las economías capitalistas, sin embargo se debe a razones distintas de la creciente productividad ligada a los avances tecnológicos.

La historia económica a partir de la llamada revolución industrial ha traído aparejada la destrucción de puestos de trabajo, fuentes de ingreso para aquellos que los ocupaban. Para fabricar un automóvil, un par de pantalones, un aparato láser, una excavadora y un millar de hojas de papel como también para transportar una mesa desde España hasta Uruguay, para calcular la estática de un rascacielos o cambiar las cuatro ruedas de un coche se necesitaron cada vez menos horas trabajadas por persona. Y eso cayó a plomo sobre la cadena de valor al impactar en la fabricación y mantenimiento de las máquinas, el asesoramiento jurídico requerido por las empresas involucradas, la higiene en las empresas, el transporte del producto, su comercialización, la publicidad…

Sin embargo, mecanizar la economía no supuso menos empleo, sino poner a disposición de la sociedad más y más nuevos bienes y servicios. Más aún, siempre fue la limitada oferta de mano de obra la que marcó el límite de producción, hasta que el progreso tecnológico amplió esas posibilidades una y otra vez.

 
 
 
 
Los trabajadores son vistos como un elemento superfluo de la cadena pero no porque las máquinas y los aparatos les hayan robado el trabajo

Que toda la mano de obra del planeta no esté empleada nada tiene que ver con la mayor productividad derivada de la mecanización y robotización de la economía. Los trabajadores son vistos como un elemento superfluo de la cadena pero no porque las máquinas y los aparatos les hayan robado el trabajo. El desempleo, un fenómeno continuo, aunque variado, de la economía industrial (y postindustrial), se debía a circunstancias, muy discutidas, que bloqueaban temporalmente una articulación efectiva de la demanda potencial de bienes y servicios y una respuesta adecuada de la oferta. Pero estas complicaciones no han cambiado el hecho fundamental: las nuevas posibilidades productivas han servido para aumentar la oferta de bienes y servicios. Y el mercado ha absorbido esa oferta.

 

Más robots, mayores salarios

El patrón de desarrollo del pasado no se prolonga para siempre, pero la robotización no llevará a una disminución cada vez más acentuada de la demanda de trabajo humano. Los aparatos ahorran trabajo, pero también ahorran costos, lo que animado por las leyes de la competencia hará bajar los precios descontando una eventual inflación, al tiempo que los ingresos reales promedio subirán. La gente disfrutará de un estándar de vida más elevado, con mayores cantidades de bienes y servicios, de mejor calidad y tendrá más posibilidades de reemplazarlos

Lo mismo sucederá si la productividad no baja los precios sino que sube los salarios: a más consumo de bienes y servicios, más mano de obra, lo que contrarresta la eventual destrucción de empleo en un entorno robotizado.

Todo esto implica cambios estructurales que, a menudo, causan problemas formidables de ajuste. La automatización reduce los precios (relativos) de algunos productos más que de otros, lo que típicamente modifica la estructura del consumo y, por ende, de la producción.

Productos que eran considerados de lujo se situarán al alcance de todo el mundo. De este modo, se esperan modificaciones en la jerarquía de cualificaciones requeridas, y no necesariamente cada vez más altas, como también en la estructura geográfica de la producción. Habrá países que pierdan y otros que ganen.

Un problema fundamental de la transición hacia un mercado de trabajo robotizado es la sincronización de la pérdida de unos puestos de trabajo y la aparición de otros nuevos, que requiere invertir en nuevas capacidades, lo que además puede servir de sostén durante esta etapa intermedia.

Pero puede ser que un día, quizá no suceda de golpe sino poco a poco, la gente ya no quiera aumentar (cualitativa y cuantitativamente) su consumo tanto como podría, sino que prefiera más tiempo libre o ahorrar más. La primera elección abriría el camino a una sociedad más liberada de las necesidades económicas. Pero habría que organizarlo, creando un mercado para la opción de trabajar menos, sin estar relegado a los segmentos poco atractivos del mercado laboral.

Es la ecología

Un mayor ahorro, sin embargo, constituiría un grave problema, si no es absorbido por quienes toman prestado el dinero de otros para después gastarlo. Causaría desempleo, como también crisis financieras.  Por lo pronto, no tenemos esa preocupación. Muy al contrario, Estados y personas se endeudan cada vez más. No parece que estemos al borde de la saturación generalizada, precondición para que la creciente robotización destruya empleo.

El problema es otro. La automatización de la economía aumenta la capacidad de utilizar, transformar y gastar materia prima y acelera el derrumbe ecológico de nuestro modelo de producción y consumo. Quizá el fin último sea transitar a una economía del reciclaje.

 
 

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