La campaña política es precisamente eso, un conjunto actividades comunicativas dirigidas a provocar y convencer a un segmento de personas en tomar una acción a favor de un candidato o partido. Y tales actividades son costosas en tanto y en cuanto tienen como objetivo alcanzar a la mayor cantidad de audiencia posible, y que provoque el mayor número de refrendos electorales.
Sin embargo, en toda estrategia de comunicación se fundamenta en lograr confianza, la cual es producto de ser honesto y constante en cuanto al contenido del mensaje, como de la acción. En esa falta de consecuencia los candidatos políticos se hacen de oídos sordos a pesar, lo cual me consta, de la insistencia y consejo de sus asesores.
Paralizar al contrario
Por tanto, plantear realizar una campaña de bajo coste (low cost) es un tanto paradójico. En ocasiones la aseveración se hace a conveniencia del actor político a quien, de manera subyacente, le conviene que sus oponentes no puedan acceder a los recursos financieros adecuados para competir.
La sugerencia de los partidos políticos en España de buscar realizar una segunda vuelta electoral donde el gasto publicitario sea reducido es verdaderamente loable. Sin embargo, “del dicho al hecho hay un gran trecho.” Por supuesto es muy adecuado el comentario cuando el 80% del gasto electoral español proviene de fuentes públicas.
Esa invitación siempre surge a medida que se acerca el año electoral, sin importar el país, para lograr una imagen favorable sobre un asunto en el que existe una fuerte disposición de la opinión pública a favor respecto a su necesidad, pero el consenso no existe entre escoger entre la financiación pública o privada.
Financiación pública
La realidad es que la financiación pública va dirigida a salvaguardar la capacidad de que partidos emergentes o candidatos independientes puedan participar y tener posibilidades de ser electos. Los partidos hegemónicos e históricos tienen el andamiaje para levantar dinero sin problemas.
A manera de ejemplo, en Puerto Rico donde se atraviesa una monumental crisis producto de una deuda de más de 73.000 millones de dólares, las fuentes de financiamiento público habrán de invertir sobre 40 millones de dólares, el cual es convenientemente pareado por donaciones privadas. Uno de los candidatos a Gobernador ya hizo una invitación para que todos contendientes renunciase al fondo público. Lo que no dijo es que esta vez hay bastantes partidos y candidatos emergentes.
El Fondo de la Campaña Electoral Presidencial se nutre de las aportaciones de los contribuyentes de EEUU en su declaración de la renta y fue concebido hace 40 años para nivelar la carrera a la Casa Blanca
En Estados Unidos nada que ver, la caja de Pandora ha sido abierta de par en par. La influencia producto de las donativos privados tras la jurisprudencia del afamado caso Citizens United contra Federal Election Commission, extiende la protección de la primera enmienda de la Constitución a una corporación u otra persona jurídica a su libertad de expresión mediante la otorgación de donativos políticos a candidatos o causas afines.
Tal decisión ha disparado las contribuciones políticas particularmente la organización a los llamados Comités de Acción Política (PAC, por sus siglas en inglés) donde se esconden los grandes donantes de dinero para las campañas.
No obstante, la revista norteamericana The Atlantic, reveló la existencia, poco conocida, del Fondo de la Campaña Electoral Presidencial, un fondo producto de las aportaciones de los contribuyentes estadounidenses en su declaración de la renta, y que concebido hace 40 años para nivelar el campo de juego hacia la Casa Blanca. Este fondo, que hoy cuenta con cerca de 300 millones de dólares, es un contraste interesante entre un pasado idealista y el tiempo presente donde Citizens United provoca prácticas de gastos secretos y el dominio los ricos e influyentes en la política estadounidense; gasto que podrá sobrepasar los 10 mil millones de dólares este año electoral.
En su apogeo, el fondo permitió que entonces extraños en la política como el demócrata Jimmy Carter y el republicano Ronald Reagan, pudieran competir y nivelar sus carteras para la campaña. Hoy con los exorbitantes gastos de las campañas electorales, cada vez menos candidatos participan del programa convirtiéndolo en irrelevante.
Imagínese con candidatos como Donald Trump autofinanciándose la campaña ¿quién puede competir?
Reglas de transparencia
De acuerdo con la Red de Conocimientos Electorales ACE, en buena parte de los sistemas electorales se ha evitado el regular lo que se considera como un “derecho fundamental de un elector o grupo en apoyar al candidato de su elección,” enfocándose en establecer reglas para lograr “transparencia del proceso de financiamiento, que exige poner a disposición del público la información referente a las donaciones y los gastos.”
En dondequiera el objetivo debe siempre ser transparentar la identidad del grupo o persona de interés que emite el donativo político y sea evidente que persigue influenciar indebidamente la política publica, e incluso busque hacer presión mediante la propaganda en contra o a favor de las acciones de los entes gubernamentales.
No importa como se traiga el tema, la financiación de campañas en un tópico contencioso que poca confianza provoca. Queda de los actores políticos decir la verdad, de que no existe campaña low cost.